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Dialogo entre Annie y Charles Darwin


Mi querida Annie


Permitid que me presente, me llamo Annie Elizabeth Darwin, la segunda hija de Emma y Charles Darwin. Empiezo mi primer diario hoy 20 de marzo de 1851. El 2 de este mismo mes celebramos mi décimo aniversario con una pequeña fiesta
que organizó mi madre. Mi padre me regaló una bonita muñeca que duerme conmigo cada noche. Guardo cama ya que estoy enferma. Este diario se lo dedico a mi padre al que quiero mucho, él también tiene problemas de salud sobre todo cuando trabaja demasiado. Acaba de regresar de Londres donde ha estado unos días por trabajo

Me levante de la cama como un rayo, pues a pesar de mi debilidad, me gustaba la primavera. Se presentaba un día de marzo resplandeciente con olor a flores y a tierra removida.

Mi padre acostumbra a dar largos paseos y se pierde entre sus plantas, sus bichos y sus pensamientos. Siempre está cavilando, y ese día quise saber en qué y salí a su encuentro.  Me deje llevar por el placer de sentir los primeros rayos de sol y el color de las flores. A mi padre lo encontré, jugando con un escarabajo y me apresuré a acercarme. Me recibió con una amplia sonrisa que iluminó su cara

Me divierte que me explique su aventura en ese enorme barco llamado Beagle y le pedí que me la volviera a contar mientras nos sentábamos en su banco preferido del jardín. Me acurruque en su regazo y él me beso en la frente.

-Tu abuelo, mi padre - dijo- deseaba que siguiera sus pasos como cirujano y me mandó a estudiar a la universidad de Edimburgo. Pero a mí no me gustaba la medicina, la sangre me mareaba y me angustiaba ver sufrir a los enfermos. Tu abuelo decepcionado decidió por mí. Tenía que hacerme pastor anglicano, así que me envió a estudiar teología a Cambridge.

-A mí también me asusta la sangre y lloro cuando Henrietta se hace daño.  - Lo abracé fuerte mientras le decía que a mí tampoco me gustaba la medicina - ¿Qué es lo que ocurrió, luego?

-Pues que conocí a mi profesor de botánica John Stevens Henslow, tan solo trece años mayor que yo y nos hicimos buenos amigos. Los dos disfrutábamos de nuestras largas y sesudas conversaciones

También hice buenas migas con un esclavo liberado que me enseño el arte de la taxidermia mientras me instruía concienzudamente en geología. Todo ello me sirvió para mi aventura en el Beagle.

- ¡Puaj! ¿No le daba asco disecar animales? -le pregunté. Pues no, estaban ya muertos y diseccionándolos aprendí mucha anatomía.

 

-Un día mi amigo John – prosiguió – me propuso enrolarme en una expedición financiada por la Marina para cartografiar sus rutas y las costas de Sudamérica. Aunque ya contaban con un naturalista, un hombre flaco y estúpido, como pude comprobar más tarde, me uní como acompañante del capitán Robert Fitz Roy. John me contó que él no podía ir, ya que no era conveniente que dejara su puesto en la universidad. 

A tu abuelo no le gustó la idea, pero mi tío le convenció de que me permitiera ir, además de que me financiara. Así que embarqué ilusionado a recorrer mundo, para conocer otras gentes y otros continentes.  Tenía 22 años

 

- En los cinco años que duró mi viaje, estuve relativamente poco navegando, gracias a Dios, ya que tu padre se mareaba y vomitaba continuamente, pero no me quedó otro remedio que aguantarme. Bajábamos mucho a tierra para recoger muestras, hacer mediciones, cartografiar, dibujar relieves etc. Y yo aprovechaba para hacer excursiones por el lugar. Como sabes, soy metódico y lo recogía todo, lo recopilaba todo, lo dibujaba, lo catalogaba y lo enviaba a Londres a mi maestro y amigo John. Cogí miles de muestras y fósiles. ¡para aburrir!  Toneladas de mierda, como dijo un día el capitán Fitz Roy. ja jajá

- ¡Toneladas de mierda! - repetí y nos reímos juntos un buen rato. De repente se puso serio como si hubiera visto un fantasma y me dijo:

-Anne, hay que hacerse siempre muchas preguntas, nunca dar nada por sabido o entendido, ¿de acuerdo? Yo me hice muchas y treinta años más tarde sigo haciéndomelas -  Si, lo recordare, no se apure. -le contesté -Pero sigua, padre.

 

– El capitán Fitz Roy era un conservador, creacionista y esclavista, con el que tuve que convivir esos cinco largos años. Creo que el poder de autoridad que ejerció sobre mí  durante ese tiempo como capitán, hizo nacer en mí un fuerte escepticismo. Era un esclavista convencido y eso me repugnaba.

 

- ¿Que es un creacionista?

-Es el que supone que toda la naturaleza ha sido creada con un propósito, por su creador.

-¿Y no es así, padre?

- No lo sé. no podría demostrarlo, hija

- No importa padre. Sigua contando.

-Pues verás, tenía nociones de geología y entomología, pero me sabía inexperto en otras materias, así que, a pesar de mis continuos mareos, me afané por anotar todo lo que veía, para poder llevarlo a casa y valorarlo con ayuda de expertos. Todos los invertebrados marinos que caían en mis manos los diseccionaba y los dibujaba.

- Esos dibujos tan bonitos que tiene usted en su despacho?  

- Si, mi colección de plancton – Sus ojos brillaron emocionados. - En Brasil quedé fascinado por la riqueza de sus bosques tropicales, pero me asqueó todo lo referente a la esclavitud.  En todo mi viaje también me interesaron los aspectos sociológicos y antropológicos de las zonas que visitaba.

En Argentina descubrí fósiles de grandes animales mamíferos extintos. Estos hallazgos fueron la primera evidencia fósil de la mutabilidad de las especies que luego me llevó a elaborar mi teoría.

Me sedujo la diversidad de la fauna y la flora en función de los distintos lugares. Y poco a poco fui dándome cuenta que la separación geográfica y las condiciones de vida eran la causa de que los animales y las plantas variaran independientemente unas de las otras.

También me sorprendió que hubiera nativos educados, amables y nativos salvajes y violentos, y lo achaqué a la diferente cultura e instrucción, igual que un perro salvaje o uno casero. Y aquí empecé a dudar, ¿éramos tan distintos de los animales?

En las Galápagos observé que había una variedad de pequeños pájaros llamados pinzones y que variaban en su morfología con los del continente y con los de las otras islas. Cosa que también ocurría con los caparazones de las tortugas.

Todo ello provocó mis sospechas de cómo un proceso natural, que luego llame selección natural, podía sustituir la idea preconcebida de que la especies son estables y sustituidas milagrosamente unas por otras.

- ¿Fue una revelación, padre?

-No, cariño. Las ideas no surgen de repente como por arte de magia. Las ideas se forjan a fuego lento. Necesitan tiempo, tesón, curiosidad, inquietud y mucha instrucción, por eso insisto en que te apliques en la escuela, Annie.  A veces, se necesitan generaciones. Yo ya había oído hablar de evolución.  Sin ir más lejos tu bisabuelo, en su libro ya hablaba de ello. También Lamarck pensó sobre el asunto.  Se sabía que las especies cambiaban, se transformaban, pero no se sabía cómo. Mi contribución a la humanidad ha sido saber que el cómo era por selección natural.

-Explíqueme que es eso de la selección natural

-Te voy a contar. Un interesante ensayo sobre la población de Malthus me hizo reflexionar y ver que había que estar bien preparado para sobrevivir. Entre mis observaciones y las ideas de Malthus, llegue a las conclusiones con las que encabezo mi libro “El origen de las especies”, que dicen así,

“Como de cada especie nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir, y como, en consecuencia, hay una lucha por la vida que se repite frecuentemente, se sigue que todo ser, si varía, por débilmente que sea, de algún modo provechoso para él bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor probabilidad de sobrevivir y, de ser así, será naturalmente seleccionado. Según el poderoso principio de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a propagar su nueva y modificada forma”  

Y termino el libro diciendo,

“Hay grandeza en esta concepción según la cual la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un reducido número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, una infinidad de las formas más bellas y portentosas”

Y eso ha traído un gran revuelo, hija mía….

He vuelto a soñar con mi pequeña. Me hubiera gustado poder contarle la angustia que me ha supuesto y me supone renunciar a todas las creencias y tradiciones de mis venerables antepasados. Ella me hubiera comprendido. Es muy duro cuestionarse constantemente todos los cimientos en la que se ha construido tu cultura. Pero la evidencia lo corrobora. Me moriré y no podré demostrarlo, pero no me preocupa. Otros lo harán por mí.

Mi inteligente y alegre niña, la muerte se te llevo un mes después de empezar tu diario. Lo encontré escondido bajo una almohada de tu habitación. Annie, tu eres el motivo principal que hizo tambalear todo mi mundo.

 
 

 

Comentarios

  1. Es tan fácil imaginar la escena con Annie escuchando fascinada a su padre... ¡Me encanta!

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  2. Es tan fácil imaginar la escena con Annie escuchando fascinada a su padre... ¡Me encanta!

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  3. Es importante para mi que te guste, José Antonio. :)

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  4. Et felicito Cristina. No paris. Em sembla un relat per a fer-lo públic. Molt tendra.

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  5. Ha sido cómo revivir la lectura de sus 'Diarios' (sus reflexiones sobre la naturaleza, costumbres, rechazo a la esclavitud,...), pero con el componente tierno añadido de una conversación entrañable entre padre e hija. Gracias por el relato, y no dejes de escribir

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    1. Muchas gracias, Dolores. Creo que no lo dejaré, le he encontrado el gustillo..jeje

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