Ir al contenido principal

Espera un poco



Te he visto allí, al borde de ese arbusto en flor, esperándome. Erguida, sobria. Tu cuerpo esbelto, tus fuertes brazos y largas piernas luciendo bajo los primeros y tenues rayos de luz de la mañana  
Eres una depredadora, sé que me has localizado con tus grandes ojos que disponen de una aguda y certera mirada. Fría, distante, esclava de tu códice interno tanto como yo.
Aun sabiendo el probable desenlace de nuestro encuentro, lo ansío. Mi naturaleza es implacable y el deseo de acercarme a ti es brutal. Aquí me tienes.
Pero espera un poco. Deja primero que mi insignificante ser conozca el gozo. Me soltare, pero ahora aguarda un instante y deja que te escriba mi código en tus entrañas.
Espero seducirte, poseerte sin perder el control, evitando caer atrapado entre tus garras. Si esperas, nuestra descendencia tendrá más oportunidades ante cualquier imprevisto.
Luego, harás lo que tu instinto te dicte y probablemente arrancarás de cuajo mi cabeza, desgarrando así, mi cuerpo mientras me engulles despacio y sin piedad. Pero tengo la esperanza de que me dejaras vivir, que no vas a devorarme.  Anhelo tanto vivir…
La naturaleza, hoy, me parece cruel porque es probable que me arrebate la vida, pero no será sin antes satisfacer esa gran pulsión que compartimos todos

Para el macho de la mantis religiosa, aparearse, implica asumir el riesgo de ser víctima de canibalismo. Las hembras, que casi les doblan en tamaño, se acercan a los machos más como posibles bocados que como parejas sexuales. Algunos de ellos ni siquiera llegan a poder copular, han de intentar consumir el acto sexual sin ser devorados. Pero otros, son indultados y nuestro pequeño protagonista espera ser uno de ellos



Este micro #relatosEspera participa en  la iniciativa de @divagacionistas de noviembre 2016
La fotografia de la bailarina es de María Pagés 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Te has preguntado cómo es el día a día de una persona neurodivergente?

  Cuando llevaba cinco años viviendo en la Tierra, empecé a pensar que estaba en el lugar equivocado.  Que me había pasado de parada.     Me sentía como una extraña entre mí propia especie: alguien que entendía las palabras, pero no sabía hablar el idioma; que compartía una misma apariencia con el resto de humanos, pero ninguna de sus características fundamentales.     Me sentaba en una tienda de campaña triangular y multicolor—mí nave espacial— en el jardín de casa, ante un atlas abierto, y me preguntaba qué tendría que hacer para despegar a mí planeta natal.      Y al ver que eso no funcionaba, acudí a una de las pocas personas que pensaba que, tal vez, me entendería.     —Mamá, ¿hay algún manual de instrucciones para humanos?     Me miró perpleja.     —Si, ya sabes…una guía, un libro que explique por qué las personas se comportan como lo hacen.     No estoy segura—descifrar las expresiones faciales no era, no es y nunca ha sido mí fuerte—, pero en aquel

Un cuento sobre la Luna

Voy a contaros un cuento. Un cuento originario del sur de África perteneciente a la tradición del pueblo san, y que nos cuenta el origen de la Luna. Historia que he interpretado y os relato a mi manera. Erase una vez una hermosa mujer que yacía muerta cerca de la orilla del río Cunene. Era de noche y la Luna acariciaba su infecundo cuerpo con su luz amarillenta protegiéndola de los carroñeros. La luna reflejaba la palidez vítrea de la mujer confiriendo a la escena un extraño significado. Un anciano intensamente conmovido, pensó que había que preservar la belleza del momento. Y que en la otra orilla del río el cadáver estaría protegido por las rocas que estaban cubiertas por el resbaladizo musgo. Así que convocó a los animales del bosque y les preguntó quién de ellos quería encargarse de pasar al otro lado a la Luna y al cuerpo de la mujer, ya que él era demasiado viejo para hacerlo.    La tortuga con la lentitud que la caracterizaba se ofreció a llevar a la primera.

Laberintos

  May-Britt sale a correr cada día muy temprano. La fría aurora del ártico no le impide salir a la calle con Höor, su fiel amigo de cuatro patas con orejas tan largas que casi rozan el suelo. Los dos acostumbran a trotar por la orilla del río Nidelva atravesando toda Trondheim, una hermosa ciudad vikinga. Pero, ese día decide cambiar de ruta.            May-Britt es una mujer de piernas largas, piel pálida y pelo oscuro, rasgos que le otorgan cierta frialdad. Sin embargo, a corta distancia, transmite ternura y mucho entusiasmo.           Correr la relaja. Entre zancada y zancada aprovecha para poner orden a sus ideas. Ha dejado a siete de sus ratones con electrodos conectados al procesador. Se extraña, está algo ansiosa por los resultados. Se coloca la mano abierta sobre la boca del estómago y traga saliva. Entonces, recuerda que al volver a casa ha de pasarse por el colmado. Necesita comprar arroz y aceite de oliva. Retira su mano del estómago y se golpea la frente mientras se rep

Lo que "me gusta" y lo que "no me gusta" de la ciencia

“me gusta” -El método científico, como método. Que puedo decir que no se haya dicho ya. Es el único que nos da cierta veracidad delante cualquier cuestión. El método científico con sus distintas fases de observación, experimentación, formulación, verificación y comunicación es el mejor método que tenemos hasta ahora, para conocer las leyes que rigen la naturaleza que nos envuelve. Si lo usáramos más a menudo en nuestro día a día posiblemente tomaríamos mejores decisiones. Además, preferir la búsqueda de la realidad objetiva a la revelación es otra manera de satisfacer el anhelo de transcendencia, Me gusta el mètodo -La física. Es el origen, todo es física. Todo lo que somos y lo que sabemos es física. Me fascina, sin más. Desde lo más pequeño, mecánica cuántica, lo gigantesco, la cosmología y lo complejo como el cerebro humano. La física une todo el conocimiento. Me gusta hablar de física -El optimismo de la ciencia – La ciencia es futuro y el futuro tiene la opción de me