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Mostrando entradas de enero, 2018

Henck

Enterrarla ha sido duro, muy duro. Y en estos últimos días, que ha estado postrada en la cama, no he podido evitar revivir lo sucedido en Surinam , hace ya dieciséis años. La extrañaré mucho, y solo me consuela saber que no tendré que volver a mentirle.        El calor se había hecho insoportable. Llevábamos  tres días metidas en una insalubre habitación, la fiebre no aminoraba y seguía inconsciente. Me decía, que al menos pudimos llegar a Paramaribo y le suministraban quinina de forma regular; pronto mejoraría.        Un día, al amanecer, pareció despertar y me acerqué al catre. Ella me cogió con fuerza del brazo mirándome desencajada.       —Dorothea, hija.       —Dígame madre —contesté.       —Deshazte de la araña —sugirió en voz baja.       Fue la primera vez que nombró la araña;  deliraba, pensé.  Recuerdo humedecer un paño para refrescar su rostro y secar las gotas de sudor que le brotaban de la frente. Me angustiaba verla sufrir y empecé a plantearme que