María Teresa despertó de una larga pesadilla sin saber dónde estaba ni lo que había sucedido. No pudo despegar los párpados hinchados y le desconcertaba el intenso trajín de su alrededor; murmullos, lamentos, pasos rápidos, ruidos que no sabía identificar. Tumbada boca arriba no sentía su cuerpo como suyo. Olía a orina y a sangre; opresión en el abdomen y en el rostro. Cerca había alguien porque escuchó un gemido hueco. Intentó darse la vuelta para acercarse, pero un dolor atroz le oprimió el costado cortándole la respiración. —¡No te muevas! Tienes varias costillas rotas y heridas que tuve que suturar rápido que se te abrirán. —le dijo una mujer que se movió ligera sujetándola con fuerza por los hombros para evitar que se levantara. La mujer cojeaba de una forma peculiar que no le era desconocida. María Teresa intentó respirar con normalidad, pero no pudo evitar perder el conocimiento. Al rato volvió en sí y preguntó dónde estaba.
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe