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Mostrando entradas de enero, 2024

¿Qué une la mecánica cuántica con Nãgãrjuna, un filósofo de la India del siglo II?

  Nãgãrjuna escribió un libro cuyo título lleva una palabra India imposible de pronunciar para la mayoría de nosotros:   Mûlamadhyamakakãrikã,  qué se podría traducir como,   Versos sobre los fundamentos del camino medio.  La tesis central del libro es simplemente que no hay cosas que tengan existencia en sí mismas, independientes de cualquier cosa. Nos recuerda la cuántica, ¿verdad?  (ver post anterior)  Es obvio que Nãgãrjuna no sabía y no podía saber nada de mecánica cuántica. Pero, la cuestión aquí es que los filósofos nos ofrecen formas originales de pensar el mundo, y las tenemos a mano para poder usarlas si nos resultan útiles.  El término que usa Nãgãrjuna para describir la falta de existencia independiente es “vaciedad”  (śūnyatã) : las cosas están vacías en el sentido de que no tienen realidad autónoma, existen gracias a, en función de, siempre desde la perspectiva de otra cosa.  ¿Y cuando ves una estrella? ¿Existes? No, tampoco. ¿Quién ve entonces la estrella? Nadie, dice Nã

¿Hay algo más curioso que un gato esté vivo y muerto a la vez? ¿Tú lo entiendes?

  Si hay alguien que nos puede ayudar a entender algún que otro concepto, sobre la escurridiza física cuántica, este es Carlo Rovelli. Carlo es físico teórico, uno de los fundadores de la llamada “gravedad cuántica de bucles” y un virtuoso de las letras. Escribe como los ángeles sobre conceptos físicos complejos. Posee una de esas mentes que enamoran, capaces de combinar lo racional y objetivo con las más profundas emociones humanas.  En este post me he propuesto contarte lo poco que he llegado a comprender sobre uno, solo uno, de los conceptos sobre mecánica cuántica gracias a la magia de Carlo Rovelli. Hablo del extraño concepto del gato de Schrödinger. Que es de los que ha dado más juego a las pseudociencias para afianzarse en la creencia de qué somos capaces de modificar la realidad con tan solo nuestra voluntad. Ya sabéis eso de qué el gato está vivo y muerto a la vez hasta que nosotros abrimos la caja.  Siempre me pareció raro que fuera el observador, o sea nosotros, los que al m