Siempre es un duro golpe ser consciente de qué me engañan, aunque lo es más si soy yo misma la qué lo hago. Saber qué no puedo fiarme de mis sentidos no es agradable. Entender qué lo que veo, oigo o huelo es solo una ínfima parte de la realidad y qué además esa mínima porción es en muchas ocasiones errónea, inquieta. Como todos vosotros, percibo el mundo a través de mis sentidos, me centro en lo que creo importante y actúo en consecuencia. No es qué creyera qué la interpretación qué hace mí mente de la información qué le proporcionan mis sentidos fuera cien por cien precisa del mundo qué me rodea, pero casi. Y nada más lejos de la realidad. No son rigurosos mis sentidos ni mí mente. ¿Qué pensaríais si os demuestran que no podéis fiarnos de vuestros sentidos? ¿Qué mucho de lo que vemos y lo que oímos es una mala reconstrucción de nuestra mente? Pues eso. Luego reconocí que soy buena inventando realidades, buscando patrones en las nubes o fantaseando. No ti
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe