Dejó pasar el autobús que debía llevarla a casa. Siguió sentada en el banco de la parada a pesar del frio y sin poder moverse. Le daba vueltas a esa idea absurda. ¿Y si se pudiera dar marcha atrás en el tiempo, cómo en una película? La irreversibilidad de nuestra dimensión no se lo permitía, y lo sabía. La flecha del tiempo le impedía volver al pasado y recomponer su vida. Pero deseaba tanto retroceder. Poner orden y así entender las causas de lo ocurrido y las consecuencias que acarreó. Se imaginó poder ser un fotón y dejarse llevar por las leyes de lo ínfimo, nadando en la cuántica. En la realidad de lo pequeño no existe el tiempo, ni su tiránica ballesta. Intentó vislumbrar, lo que sería sentirse inmersa en un mundo donde no existiera la cuarta dimensión, que tan rápidamente la envejecía alejándola de la realidad. Idealizó un mundo donde todo fuera presente, lo vivido, lo observado, lo sufrido, lo amado, lo soñado y lo inventado, ocurriendo a la vez. Pero no le pareció
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe