El coche lo aparca en la plaza veintiuno de la planta menos tres, no puede olvidarlo , tiene que recoger a Marina en el colegio puntualmente , no le gustaría retrasarse y que creyera que se olvidó de ella; además, no soportaría oír otro de esos cansinos discursos de Luis. Será rápida, recogerá la documentación que hay que presentar el lunes y así podrá aprovechar todo el fin de semana mientras la niña está con su padre. Solo perderá un momentito. Se calza los zapatos, que siempre se saca para conducir, sale del coche alisándose la falda y se pasa los dedos de peine por el recogido mientras corre hacia al ascensor. Presiona el botón de la planta ocho y comprueba la pulcritud de sus dientes en el espejo, como hace siempre. - Buenos días, Ángela. Por favor, ¿me das los documentos que te dejó la jefa para mí? - Buenos días, Clara. ¿Qué documentos? - Los de la carpeta azul. ¡No me asustes! ¿No te los dio? - Pues no. Pero ayer no estuve en toda la mañana y tal vez se l
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe