A Anton le había dolido la maldita muela del juicio durante toda la noche, por lo que había dormido de forma discontinua. Se prometió acercarse, ese mismo
día, a casa de su amigo boticario para que le diera su opinión. Sin
embargo, le pudo más la curiosidad.
Se vistió con
la bata y bajó al estudio sin dejar de escarbar el diente con un bastoncillo.
Como de costumbre colocó las ventanas de manera que la luz reflectara en su
escritorio. Escogió uno de sus pequeños microscopios del cajón derecho de su escritorio, y se dispuso a montar la nueva lente que había pulido con enormes dosis de paciencia. Se proponía
examinar si era cierta la exquisitez de la nueva seda natural que le había llegado la semana anterior. A la vez que anhelaba comprobar si la nueva lente era mejor
que las anteriores.
Siguió
hurgando entre los dientes. Cuanto más profundizaba entre sus molares más
parecía que apaciguaba el dolor. De pronto el bastoncillo
se introdujo en un agujero de entre dientes desprendiendo un trozo de placa
dental que se quedó adherida en su lengua. Recogió los restos de placa con las
puntas de sus dedos y se le ocurrió examinarlo a través del
microscopio que ya tenía montado. Quiso saber que aspecto tendría ampliado. Y
descubrió, con considerable asombro, a unos animalitos diminutos que se movían
de un modo muy hermoso, tan juntos que parecían un enjambre de moscas o
mosquitos.
Anton van Leeuwenheck era la primera
persona que observaba un microorganismo.
Con este microrelato participo como #polivulgador , en la iniciativa de @hypatiacafe sobre #PVserendipia y sobre #PVmicrobios
Para saber más sobre :
-La persona de Anton van Leeuwenhoek : Wikipedia
-Los primeros microscopios : Investigación y ciencia
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