Destino: colonia mortuoria del planeta Ross128b. Llegada: 11,38 horas del 24 de junio del año 2587. Guardé el billete en el bolsillo del pantalón y me acomodé en la capsusilla. Cerré los ojos e intenté relajarme. Hacía mucho que dominábamos los viajes en el tiempo, pero pensar que dentro de unas horas estaría a cuatrocientos cincuenta años de casa, en el futuro, me producía una fuerte desazón. Pero valía la pena el mal trago, podría ver a mi amado vivo, antes del accidente, y también podría oírlo según me habían dicho en la agencia de viajes funerarios. Por lo visto, también podían controlar las ondas gravitatorias. Me recogieron en el aerotiempo y me llevaron directamente al edificio en donde se encontraba el primer telescopio que fue capaz de detectar fotones saliendo de la Tierra hace cuatrocientos cincuenta años. Me dijeron que podía escoger el año, pero no el día, ni la hora. Graduaron el telescopio, los sensores de ondas, me colocaron unos cascos diminutos y
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe