Nãgãrjuna escribió un libro cuyo título lleva una palabra India imposible de pronunciar para la mayoría de nosotros: Mûlamadhyamakakãrikã, qué se podría traducir como, Versos sobre los fundamentos del camino medio.
La tesis central del libro es simplemente que no hay cosas que tengan existencia en sí mismas, independientes de cualquier cosa. Nos recuerda la cuántica, ¿verdad? (ver post anterior) Es obvio que Nãgãrjuna no sabía y no podía saber nada de mecánica cuántica. Pero, la cuestión aquí es que los filósofos nos ofrecen formas originales de pensar el mundo, y las tenemos a mano para poder usarlas si nos resultan útiles.
El término que usa Nãgãrjuna para describir la falta de existencia independiente es “vaciedad” (śūnyatã): las cosas están vacías en el sentido de que no tienen realidad autónoma, existen gracias a, en función de, siempre desde la perspectiva de otra cosa.
¿Y cuando ves una estrella? ¿Existes? No, tampoco. ¿Quién ve entonces la estrella? Nadie, dice Nãgãrjuna. Ver la estrella es un componente de ese conjunto que acostumbras a llamar tu yo.
Nãgãrjuna sugiere que la sustancia última, el punto de partida…no existe.
La samsāra, ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento, es un tema recurrente en el budismo; reconocerla es alcanzar el nirvana, la liberación, la dicha. Para Nãgãrjuna, samsāra y nirvana son lo mismo: ambos vacíos de existencia propia. Inexistentes.
Entonces ¿el vacío es la última realidad? No, dice Nãgãrjuna, cada perspectiva existe solo en dependencia de otro, nunca es la realidad última. También la vaciedad está vacía de esencia. Ninguna metafísica sobrevive. La interdependencia, es la clave de Nãgãrjuna, hay que olvidar las esencias autónomas.
La larga búsqueda de la “esencia última” de la física ha pasado a través de la materia, moléculas, átomos, campos, partículas elementales y se va a pique en la complejidad de relaciones de la mecánica cuántica de campos y de la relatividad general.
Nãgãrjuna nos habla de la realidad, de su complejidad. No es un nihilista que niega la realidad del mundo, ni tampoco un escéptico qué diga qué no podemos conocer nada de la realidad. Pero nos advierte de la trampa del ideal a aspirar a encontrar un fundamento último.
Uno de los errores qué cometemos cuando deseamos comprender algo es querer certezas. La busca de conocimiento no se alimenta de certezas, sino de la ausencia de ellas. Gracias a la lúcida consciencia de nuestra ignorancia, estamos abiertos a la duda y podemos aprender cada vez mejor. Esta ha sido siempre la fuerza del pensamiento científico, el pensamiento de la curiosidad, de la rebelión, del cambio.
Tanto para Nãgãrjuna como para los físicos actuales, las cosas no tienen propiedades por sí mismas y no existen sino interaccionan con otras cosas.
He de reconocer qué la vaciedad de Nãgãrjuna me tranquiliza al comprender qué no existimos como entidad autónoma.
Fuente: “Helgoland” de Carlo Rovelli
Esta entrada participa en la convocatoria de @hypatiacafe sobre #PVgabinete
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