Se calcula que existen, aproximadamente 750.000 especies de insectos en
todo el mundo, una cifra apabullante. Cuando nosotros nos hayamos extinguido,
la mayoría de ellos o sus descendientes evolucionados, probablemente todavía
poblarán este precioso planeta.
Conozco la molesta presencia de
las moscas en verano, el asco que da ver una cucaracha, el miedo a que me pique
un mosquito o una abeja o la belleza de una mariposa aleteando agarrada en mi
mano, pero poca cosa más, por lo que no me ha sido fácil escribir sobre ellos,
los insectos. Sin saber por dónde empezar a informarme sobre un tema tan
extenso he sentido vértigo, más de un día delante de la hoja en blanco, así que
decidí limitarme a buscar bichos que me parecieran curiosos o raros sin más
pretensión que aprender algo sobre este ámbito.
El primero que me sorprendió fue el insecto más largo del que se tiene
conocimiento que puede llegar a medir 62,4 centímetros. Hay animales más
grandes, pensé. Pero luego lo comparé con la altura de Tyrion Lannister, el
hedonista enano de “Juego de tronos”, lo visualicé llegando casi a su
cintura y entonces me pareció un verdadero gigante. Su extrema longitud impacta
todavía más si tenemos en cuenta que el grosor del insecto es de apenas de un
dedo índice humano. Por su aspecto me pareció una versión, extragrande, de
varita mágica de Harry Potter.
Este gigante es el insecto palo (Phryganistria
chinensis zhao) y fue hallado en Guangxi, al sur de China. Actualmente se
conserva en el museo de Insectos de China occidental, en la ciudad de
Chengdu.
El segundo que me llamó la atención fue un bichito pequeño con una vida tan
corta que solo dura veinticuatro horas. Pero son las veinticuatro horas más
placenteras que puede vivir un ser vivo, ya que las dedica casi íntegramente al
sexo. Es como venir al mundo para protagonizar una orgia salvaje y luego
palmarla. En realidad, he hecho un poco de trampa, porque estas locas
veinticuatro horas son en realidad la fase final de su vida, pues anteriormente
ya han tenido otra fase de ninfa fuera del agua, transformándose en un ejemplar
alado, estoy hablando de la cachipolla o efímera (Ephemeroptera).
Aproximadamente hay 3.000 especies de efímeras y, a menudo, se confunden
con moscas, aunque no lo son en realidad. Las moscas pertenecen al orden de las
Diptera (“dos alas “en griego) Las efímeras son mucho más antiguas que las
moscas: hay fósiles de efímeras de 300 millones de años de antigüedad, lo que
la convierten en el orden de los insectos alados más antiguos.
El tercero me lo encontré paseando por un oscuro callejón de Bamako, la
capital de Mali. De pronto, caí en la cuenta de que el ardiente Sol africano se
estaba retirando a descansar. Oí un zumbido, me asusté y salí corriendo. El
asesino más despiadado y eficaz me estaba asediando y había olvidado el
armamento para poder defenderme en la habitación del destartalado hotel, ¡el
repelente!
Si, el asesino más efectivo de la
naturaleza pertenece al reino de los insectos, el mosquito. No por sí solo, que
su picadura puede ser muy molesta pero no letal, lo que lo hace peligroso es su
enorme capacidad para transmitir enfermedades mortales. Porque los mosquitos
transmiten, entre otras, infecciones tan agresivas como la malaria o el dengue,
especialmente presentes en África y algunas zonas de Asia y América. Esta
transmisión de enfermedades vía mosquito supone unos dos millones de víctimas
humanas al año. Existen 3.500 variedades de mosquitos y unas 100
enfermedades infecciosas transmitidas por ellos.
Al leer sobre mi cuarto bicho raro imaginé lo que sentiría entrando en una
de las cuevas de Waitomo, un complejo de cavernas subterráneas que se extienden
varios kilómetros por las entrañas del norte de Nueva Zelanda, a 60 kilómetros
de la ciudad de Hamilton, y contemplar una especie de bóveda celeste alucinante
que a primera vista recuerda a un cielo estrellado. Creo que estuve un buen
rato con la boca abierta intentando comprender que esa obra de arte la habían
creado las larvas de un mosquito bioluminiscente exclusivo de Nueva Zelanda, el
Arachnocampa luminosa o Glow Worn. Para alimentarse, la larva ha
desarrollado una técnica de caza parecida a la de las arañas: teje pequeños
hilos de seda que deja caer desde el techo de la cueva como si fueran hilos de
pescar sin anzuelo. La luz azulada que desprenden químicamente sirve para
atraer a las presas, como si fueran esas luces ultravioletas que ponen en los
restaurantes baratos para electrocutar a las moscas. Las presas se acercan a
esas estrellas falsas creyendo que están viendo el cielo y por tanto la salida
de la caverna. Las presas son atrapadas por los hilos de seda y devoradas por
el mosquito luminoso.
Drosophila melanogaster (literalmente
"amante del rocio de vientre negro") recibe este nombre debido a que
se alimenta de frutas en proceso de fermentación. Se la usa frecuentemente en
experimentación genética, porque tiene un reducido número de cromosomas (4
pares), breve ciclo de vida (de 15 a 21 días) y aproximadamente el 61% de los
genes de enfermedades humanas que se conocen tienen una contrapartida
identificable en su genoma. Drosophila se emplea en estudios acerca de
los mecanismos del envejecimiento y el estrés oxidativo, sistema inmunitario,
diabetes, cáncer, abuso de drogas. En las instalaciones del Instituto Ludwig
Boltzmann de Genómica Funcional de Austria se está trabajando en la
construcción de 15.0000 cepas de moscas transgénicas, cada una de las cuales
permite el bloqueo específico de un único gen. Además, estas moscas, fueron los
primeros animales en viajar fuera de la Tierra, concretamente en el cohete
americano V2 convertida en un diminuto astronauta en julio de 1946. Drosophila
es sin duda toda una heroína a la que le debemos muchas vidas
humanas.
Con esta entrada participo como #polivulgador de @hypatiacafe con el tema
#PVinsectos
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