Ir al contenido principal

Ameni y los ahoras


Mi pequeñísimo protagonista vivió hace muchos miles de millones de años y le ocurrió algo sorprendente, algo tan mágico que es digno de ser contado.

    Ameni, inmediatamente después de venir al mundo ya se desliza por las cálidas aguas del trópico junto a sus congéneres, e impulsada por su código interior, va en busca de un hábitat suficientemente rico en plancton para residir definitivamente.

    Ameni es de un brillante y translúcido color azul y se parece a una pequeña anémona de cuerpecillo alargado. Puede desplazarse gracias a doce apéndices situados en un extremo con un esquemático sistema nervioso dirigido por un tosco cerebro. Es preciosa, pero nadie sabe que Ameni es rara, ha nacido con una pequeña diferencia en sus genes, una mutación.

    Sus colegas se están agrupando. Se dirigen al fondo del mar donde hay unas grandes rocas marrones llenas de agujeritos.  Ameni percibe como sus compañeros de viaje, se colocan sobre las oquedades de las rocas donde introducen su cuerpecito azulado y luego se desprenden del pequeño cerebro que ya no van a necesitar para desplazarse, se quedarán allí para siempre a merced de las corrientes marinas que les traerán alimento en abundancia. Luego cambian su color a un rojo intenso.

    Ameni no se lo piensa, sus instrucciones son claras, y sabe que ella ha de hacer lo
mismo; elige el agujero que le parece más bonito, se acomoda en él y espera, impaciente, poder mudar a ese rojo intenso que tan espléndido le parece. Pero espera en vano, su cerebro no se desengancha y ella no podrá cambiar de color. La rareza genética de Ameni le impide liberarse de su cerebro, sus redes neuronales se han consolidado.
    Pero a ella le preocupa no poder cambiar de color.
   —Hola, ¿por qué cambiamos de color? —le pregunta al colega que todavía está buscando agujero.
   —No comprendo lo que dices —contesta el compañero.
   —Antes, ellos —dice señalándole a sus amigos —, eran de color azul y ahora son rojos.
   —Sigo sin comprenderte —contesta —, somos como somos aquí y ahora, siempre iguales.
   —Disculpa, pero antes, ellos, eran azules —le dice un poco molesta.
   —No sé qué significa “antes”
   —“Antes” de ahora
   —Solo existen ahoras
   —Vale, ahoras —sigue —. Pero antes de este ahoras eran azules como tú y yo, y en este ahoras son rojos.
Pero no puede contestar, su amigo ya no puede percibir, no tiene cerebro.
    El precario sistema neuronal de Ameni le estaba permitiendo almacenar registros sensoriales, a los que llamamos recuerdos, y de ellos emergió su conciencia sobre el cambio de color.
   Conforme Ameni va viviendo con su peculiar singularidad, que le va a dar un montón de ventajas para sobrevivir que ni se imagina, más le parece que se mueve a través de una sucesión de ahoras.  Y su primitiva mente, de la que no ha podido prescindir, le dio sentido a esos ahoras; a ese significado, nosotros, le llamamos tiempo; la conciencia del tiempo.
    Ameni no es real, solo ha vivido en mis fantasías. Ha sido bonito imaginar cómo pudo ser el primer ser vivo que percibió el paso del tiempo.

Participo con este relato,como #polivulgador , en la iniciativa de @hypatiacafe para el mes de diciembre sobre #PVtiempo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sciku. Que es eso?

Sciku. Que es eso ? Empecé este blog, como un juego, bueno de alguna forma lo sigue siendo, ya que me divierto haciéndolo. La palabra “juego” la asociamos a divertimento, pero también a informal, ¡Piiiiiiip! , error! Vuelvo a empezar. Empecé este blog, Kaladen de una manera informal, sin rigor. A medida que voy escribiendo, también lo hace mi interés por él. Me doy cuenta que no se escribir y menos todavía sobre ciencia, en consecuencia, estoy apuntada a un curso de literatura científica creativa ,    a ver si aprendo algo. Hoy he presentado mi primer trabajo que consiste en escribir cinco scikus. Sciku , que es eso? me pregunte, tuve que buscarlo en la red. Resulta que son  poemas cortos inspirados en la ciencia. Es la versión sobre ciencia del Haiku japonés    Es mi primer escarceo con la poesía y he de confesaros, que me la he mirado siempre de manera terriblemente sesgada. Ha sido todo un descubrimiento para mi, he de reconocer, qu...

Kogi, una nueva mirada al pasado.

  Kogi abrió los ojos sin saber quién era ni dónde estaba. Oscuridad, olor a humedad y a algo dulzón. La confusión la atemorizó. Alzó la vista. Solo pudo ver un trozo de cielo azul amenazado por nubarrones.      Recordaba… Había caído por un socavón del terreno que permanecía cubierto por maleza mientras corría detrás del uapití. No era demasiado profundo, así que solo había que trepar unos metros. Al intentar incorporarse la atravesó un dolor que la obligó a doblarse hacia delante.     Cuando llegó al suelo, al caer se había clavado su propio arco en un costado del abdomen. Instintivamente se lo extrajo con rapidez lanzando un grito estremecedor.      Había que taponar la herida. La vendó  con tiras de cuero que fue arrancando de su atuendo.     Contó hasta tres e intentó ponerse de pie. Imposible. Definitivamente era inviable levantarse y trepar.     No muy lejos, se oyeron lo...

Dialogo entre Annie y Charles Darwin

Mi querida Annie Permitid que me presente, me llamo Annie Elizabeth Darwin, la segunda hija de Emma y Charles Darwin. Empiezo mi primer diario hoy 20 de marzo de 1851. El 2 de este mismo mes celebramos mi décimo aniversario con una pequeña fiesta que organizó mi madre. Mi padre me regaló una bonita muñeca que duerme conmigo cada noche. Guardo cama ya que estoy enferma. Este diario se lo dedico a mi padre al que quiero mucho, él también tiene problemas de salud sobre todo cuando trabaja demasiado. Acaba de regresar de Londres donde ha estado unos días por trabajo Me levante de la cama como un rayo, pues a pesar de mi debilidad, me gustaba la primavera. Se presentaba un día de marzo resplandeciente con olor a flores y a tierra removida. Mi padre acostumbra a dar largos paseos y se pierde entre sus plantas, sus bichos y sus pensamientos. Siempre está cavilando, y ese día quise saber en qué y salí a su encuentro.   Me deje llevar por el placer de sentir los primeros ray...

La mano de Anna Bertha Roentgen

Cuando Wilhelm me pidió que pusiera la mano bajo la placa, no lo dudé ni un instante. Le había ayudado centenares de veces en sus trabajos de investigación. Compartía con él la idea de que había que experimentar, no solo pensar. Conocía la importancia que su trabajo podía suponer para el futuro de la humanidad. Así que lo hice, sin miedo.       Cuando vi la fotografía de los huesos de mi mano desnudos, descarnados, la imagen de la muerte y de la insignificancia del hombre se me hicieron patentes. Se fijaron en mi mente para siempre. Solo esa amada joya que es mi anillo de compromiso daba sentido a la angustia existencial de la experiencia.        Anna Bertha Roentgen fue la mujer del primer galardonado con el premio Nobel de física en 1901, Wilhelm Conrad Rontgen . E n 1895 produjo radiación electromagnética en las longitudes de onda correspondiente a los actuales rayos X . Ese día, entre los dos, hicieron la primera...