Ir al contenido principal

No son nada la una sin la otra

 

De niña siempre representé en mi mente a la energía como un fluido. Una cosa, un ente con naturaleza propia, que se transformaba conservando siempre el mismo volumen, así como ese juego para críos con consistencia y color de moco. Pero, nada más lejos de la realidad ya que la energía no es tangible.

       Su concepto me resultó escurridizo durante mucho tiempo a consecuencia del uso indiscriminado que hacemos de la palabra energía. La utilizamos para valorar lo animado y alegre que se puede estar; para la vida útil del teléfono móvil o para denotar el karma, el chi, los chacras y otras fuerzas místicas imaginarias. Así que me propuse intentar discernir que es en realidad la energía. 

       La definición de energía por excelencia es la capacidad de hacer funcionar las cosas, de realizar un trabajo. Bien, parece sencillo. Pero cuando quise profundizar en el asunto me encontré con esta otra: La energía es la consecuencia de la actuación mediante interacciones o intercambios de los cuatro tipos de fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil. Uff, eso me pareció más complicado y pensé en centrarme en un ejemplo que me ayudara a comprender, y empecé por la energía eléctrica para luego pasear por otros derroteros.

       La electricidad no deja de ser la carrera desesperada de electrones solitarios por encontrar su ubicación. Los electrones tienen masa, muy pequeña, pero masa al fin y al cabo. Por lo tanto, los electrones son una forma de materia. Pequeñísimos fragmentos del Cosmos que necesitan un motivo para levantarse por las mañanas, no se motivan solos o, lo qué es lo mismo, no son una forma de energía, o, al menos, no una forma de energía útil. 

      A partir de una ínfima cantidad de materia podemos extraer enormes cantidades de energía, tal como se pudo comprobar tristemente con las bombas nucleares que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. De la misma forma, el brillo de nuestro Sol se debe a la transformación de su tejido nuclear en luz y calor a consecuencia de interacciones o intercambios de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza.  ¡Pura energía!  

       Sin embargo, en la vida diaria, la materia y la energía parece que se comportan siguiendo dos manuales de instrucciones diferentes. La materia es imprescindible para la fabricación de todas las cosas: los planetas, la nebulosa del cangrejo, las 350.000 especies de escarabajos, y los cuatro miembros de los Beatles. La materia contiene en sí misma los ciento y pico elementos químicos de la tabla periódica en todas sus posibles combinaciones y estados. Pero la masa no puede hacer nada interesante sin la presencia de la energía, que como ya sabemos es la capacidad de realizar un trabajo. La materia no es nada sin la energía, pero es que la energía tampoco es sin la materia. 

       Podemos imaginarnos a la energía como a una madre gruñona que te repite constantemente que te levantes del sillón y hagas algo de provecho, o imaginarla como al amante, como la chispa que da sentido a la materia.

       Imaginemos que queremos iluminar una habitación, queremos que los electrones surjan a través de los circuitos eléctricos. Ellos no se moverán por sí solos. Debemos excitarlos, debemos proporcionarles una fuente de energía que los estimule y los lleve en fila, felices y contentos, a cumplir nuestro mandato al accionar el interruptor o el botón de mí linterna.  

       Intentemos olvidar por un momento la preocupante imagen de las enormes plataformas petrolíferas construidas en los escasos lugares salvajes que todavía quedan en la Tierra. A la maquinaria pesada que destruye paisajes y ecosistemas enteros. O la quema de carbón y gas, responsable en gran parte de la urgencia climática que estamos viviendo. 

       Y consideremos otras formas de conseguir energía de manera más agradable como comernos un plato de cerezas, una fuente de carbohidratos que nuestro cuerpo puede romper en pedazos más pequeños, con lo cual se libera la energía química que nos mantiene vivos. Poner un molino de viento en marcha que aprovecha el movimiento de las corrientes de aire para hacer girar las aspas, que a su vez hacen girar una manivela que hace funcionar una bomba que genera corriente eléctrica. También podemos izar las velas de nuestro deseado velero y dejarnos llevar por la fuerza mecánica del viento. O acurrucarnos en compañía de nuestra pareja frente a la chimenea y calentarnos con la energía calorífica, generada por la combustión de la leña. Y con energía gravitatoria podemos aplastar a una cucaracha al soltar sobre ella una piedra. 

      Todas estas energías tan dispares, la química, mecánica, calorífica o gravitatoria, no son más que variaciones de dos megacategorías energéticas: La energía almacenada, conocida como energía potencial, y la energía debida al movimiento, o energía cinética. 

       Los enlaces de los carbohidratos de la cereza madura contienen energía potencial. A medida que estos enlaces se destruyen por la acción de las enzimas metabólicas de las células, parte de la energía potencial del fruto se convierte en energía cinética, que podemos utilizar para ir a comprar más cerezas. Un lago helado de las montañas es una reserva de energía potencial que, cuando llega el deshielo primaveral, se convierte en energía cinética, debido al agua que empieza a fluir montaña abajo con fuerza. Una cerilla transforma la energía potencial de la madera en la energía cinética de las llamas en movimiento. 

       La energía que llamamos eléctrica puede presentarse en ambas formas, como energía cinética y energía potencial. Los electrones y los protones están irresistiblemente atraídos los unos por los otros, lo cual constituye una característica fundamental del mundo atómico. Si los separamos, la fuerza electromagnética los presionará hasta que encuentren algún modo de rectificar el desequilibrio. La fuerza electromagnética también obliga a las partículas con la misma carga a mantenerse a cierta distancia unas de otras. Si forzamos a dos cargas del mismo signo a permanecer demasiado cerca, se pondrán muy nerviosas deseando escapar. La energía eléctrica de la que tanto dependemos se aprovecha de estos impulsos de varias maneras. Por ejemplo, las baterías, en las que un determinado conjunto de reacciones químicas genera un exceso de electrones en uno de los extremos, mientras que otro conjunto de reacciones lleva a un predominio de átomos cargados positivamente en el otro extremo. Démosles a las cargas opuestas la posibilidad de mezclarse y el estallido de energía resultante bastará para encender la linterna e iluminar la habitación.

       La energía potencial de las sustancias químicas de la batería se traduce en la energía cinética del empuje de unos átomos a otros, que se puede utilizar para hacer funcionar nuestra linterna.

       Hasta donde se sabe, en nuestro Universo, hay dos obstáculos para la nada absoluta: la materia y la energía. Albert Einstein demostró que materia y energía son dos extremos de la misma herradura de la suerte. La materia es energía congelada, y no son nada la una sin la otra.

 

Con esta entrada participo como #polivulgador de @hypatiacafe sobre #PVenergía

Comentarios

Entradas populares de este blog

De Leonardo da Vinci a Le Corbusier

Estas dos imágenes están íntimamente relacionadas. La de la derecha es del arquitecto y urbanista Le Corbusier (1887-1965) y pocos de nosotros teníamos conocimiento de ella, pero ¿Quién no conoce la de la izquierda? Esa figura humana, masculina, representada en dos posturas simultáneas. Una, con los brazos en cruz y las piernas juntas. La otra, con los brazos un poco más arriba y las piernas más separadas. La dibujó Leonardo da Vinci (1452-1519) en 1492 y la llamó Hombre de Vitrubio. Rendía así homenaje al arquitecto romano del siglo I a. de C. Marco Vitrubio Polión.          Marco Vitrubio había explicado que, si un hombre se colocaba tumbado boca arriba, con brazos y piernas estirados, y se le colocaba un compás en el ombligo, los dedos de las manos y de los pies tocarían la circunferencia descrita a partir de este centro. Además, el cuerpo también quedaría inscrito en una figura cuadrada que tuviera como lado la altura del hombre. El dibujo n...

Sciku. Que es eso?

Sciku. Que es eso ? Empecé este blog, como un juego, bueno de alguna forma lo sigue siendo, ya que me divierto haciéndolo. La palabra “juego” la asociamos a divertimento, pero también a informal, ¡Piiiiiiip! , error! Vuelvo a empezar. Empecé este blog, Kaladen de una manera informal, sin rigor. A medida que voy escribiendo, también lo hace mi interés por él. Me doy cuenta que no se escribir y menos todavía sobre ciencia, en consecuencia, estoy apuntada a un curso de literatura científica creativa ,    a ver si aprendo algo. Hoy he presentado mi primer trabajo que consiste en escribir cinco scikus. Sciku , que es eso? me pregunte, tuve que buscarlo en la red. Resulta que son  poemas cortos inspirados en la ciencia. Es la versión sobre ciencia del Haiku japonés    Es mi primer escarceo con la poesía y he de confesaros, que me la he mirado siempre de manera terriblemente sesgada. Ha sido todo un descubrimiento para mi, he de reconocer, qu...

Mujeres, Bertha Benz

Ayer por la tarde mi coche se estropeó. Tuvo la delicadeza de no dejarme tirada en la cuneta, pero no quería rodar. Por mucho que le diera al acelerador no pasaba de 40 km/h. Me agobie. Los conductores, que siguen siendo mayoría hombres, me pasaban a toda velocidad por el lado mirándome de reojo. A medida que iba sumando miradas desagradables, más me enfurecía imaginándome la sesgada frase “mujer tenía que ser”. Intente relajar mi mente pensando en otras cosas y disfrutar del paisaje. Entonces me acorde de ella y me sentí sosegar de golpe y afortunada. El primer viaje largo en automóvil y el primer mecánico fue mujer y se llamaba Bertha. Intenté imaginar el calvario que debió de ser su aventura en el mundo del siglo XIX y decidí escribir sobre ello. Aquí tenéis el resultado La decisión A veces preferiría volver a llamarme Bertha Ringer. Amo a Karl y a nuestros hijos, pero hay días que deseo estar soltera otra vez. En Pforzheim era dueña de mi vida, tomaba mis propias...

La mano de Anna Bertha Roentgen

Cuando Wilhelm me pidió que pusiera la mano bajo la placa, no lo dudé ni un instante. Le había ayudado centenares de veces en sus trabajos de investigación. Compartía con él la idea de que había que experimentar, no solo pensar. Conocía la importancia que su trabajo podía suponer para el futuro de la humanidad. Así que lo hice, sin miedo.       Cuando vi la fotografía de los huesos de mi mano desnudos, descarnados, la imagen de la muerte y de la insignificancia del hombre se me hicieron patentes. Se fijaron en mi mente para siempre. Solo esa amada joya que es mi anillo de compromiso daba sentido a la angustia existencial de la experiencia.        Anna Bertha Roentgen fue la mujer del primer galardonado con el premio Nobel de física en 1901, Wilhelm Conrad Rontgen . E n 1895 produjo radiación electromagnética en las longitudes de onda correspondiente a los actuales rayos X . Ese día, entre los dos, hicieron la primera...