Llegué a casa cansada y con los pies doloridos. No estaba acostumbrada a llevar tacones tan altos, pero la ocasión lo requería. Me senté en el borde de la cama y me saqué los zapatos. Abrí el estuche de terciopelo rojo y contemplé la medalla dorada. En ella, estaba grabado un rostro de ojos rasgados que me sonreía apacible, cercano. Parecía decirme: "Lo conseguiste, lo lograste". Entonces, me dejé llevar por los recuerdos de juventud.
En mi época de estudiante de física, la biblioteca de la facultad se convirtió en mi refugio. Al traspasar el dintel de su puerta, me gustaba cerrar los ojos un momento, aspirar profundamente y dejarme envolver por el mágico aroma a papel mezclado con tinta y polvo añejo. Era el aroma del descubrimiento, del conocimiento. Pero no todos los días eran así.
Recuerdo una tarde en especial en la que me senté al fondo, lo más lejos posible de la puerta y las ventanas. No muy lejos, se oía el jolgorio de las fiestas de San Isidro. Buscaba la paz que proporciona el silencio y poder desvelar los entresijos de la asignatura de elasticidad que se me resistía un poco. Los sonidos de la calle intentaban quebrar mi concentración, pero aguanté, decidida a no ceder ante las distracciones.
Nací en Colmenar Viejo, un pequeño pueblo de la provincia de Madrid, y estas macrofiestas siempre me han suscitado cierta disonancia. El deseo de ir de fiesta y dejarme llevar, bailar, conocer gente, fumar porros o disfrutar del sexo, se contraponía con el hecho de no poder pagarlo y con mi ambición como física.
Al entrar al baño, me encontré con Marta, una amiga de la carrera con la que a veces salíamos de copas. Sus ojos verdes brillaban con picardía mientras me lanzaba la propuesta:
—¿Te vienes al concierto de Kaka de Luxe?
—No puedo, Marta, y lo sabes —dije con pesadumbre—, pero gracias.
—¡Claro que puedes! —se incorporó colocándose de frente, con los brazos en jarra.
—Tal vez vaya mañana al concierto de Nacha Pop —mentí para parecer que estaba al día de la movida. Y, de hecho, lo estaba. Me encantaba el programa de Paloma Chamorro, "La edad de oro". No me perdí ninguno.
A pesar de mi negativa, Marta siguió insistiendo: "Solo se vive una vez. Te presentaré a un amigo biólogo, guapísimo". Bla, bla, bla… Si no se calla no voy a poder resistirme y dijo:
—Van a actuar Alaska y Pedro Almodóvar. ¡Has de venir! —insistió Marta.
¡Dios! Como me gustaban esos dos. ¿Me los iba a perder? ¿Y si voy? Solo sería una tarde-noche. No bebería alcohol y por la mañana me vendría otra vez a la biblioteca.
—¿A qué hora empieza el concierto? —pregunté de pronto.
Mientras salían las palabras de mi boca mi corazón empezó a palpitar con fuerza.
—¡Esa es mi chica! A las ocho de la tarde —Marta me obsequió con su bonita sonrisa y siguió—. Te recojo en la Puerta del Sol a las siete en punto, debajo de la farola de siempre. ¿Vale? Recuerda traer el dinero de la entrada, son ciento cuarenta y cinco pesetas.
—¡No, que no! No puedo, Marta, es mucho dinero. Además, no falta mucho para que termine el curso lectivo y quiero profundizar con esa maldita asignatura de elasticidad que tengo atravesada —exageré.
—¡Eso, has de ser más flexible! Reblandecer tu rigidez académica, por eso se te resiste la elasticidad —y se rio a carcajadas para luego, parar de golpe al ver mi rostro.
—¡No seas injusta conmigo! —me defendí—. Voy justa de pasta, no hay dinero en casa. Sabes que mi padre es pastor y mi madre borda camisas en casa. Los dos están haciendo un verdadero esfuerzo para poder pagar mis estudios.
—Vale, vale, empollona, te dejaré con tus libros—sonrió con ternura mientras acariciaba mi hombro.
En ese instante, entró la encargada de planta con cara de pocos amigos y nos interrumpió. Nos recordó que aquello era una biblioteca y qué había que guardar silencio. Sin darnos cuenta, debimos subir el volumen de nuestra conversación de tal forma que nos oía desde la sala de lectura. Así que salimos del baño. Cada una en una dirección distinta.
Si, me perdí la movida madrileña en mí juventud, entre otras muchas cosas, encerrada en la biblioteca de la autónoma, en mi refugio. En ocasiones, el pensar lo que hubiera podido vivir me entristece, pero no me arrepiento.
Con la medalla del premio Shaw en mis manos, pienso que la presión económica, el respeto por el esfuerzo qué tuvieron que hacer mis padres y la pasión por la física hicieron que tomara duras decisiones que me ayudaron a llegar hasta aquí.
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El pasado diciembre, Eva Nogales (@NogalesLab) recibió en Hong Kong el premio Shaw, de más de un millón de euros, considerado el Nobel oriental. Esto la coloca camino del Nobel. Pero…
¿En qué consiste el trabajo de Eva Nogales?
Eva Nogales es una biofísica española reconocida internacionalmente por su trabajo en el campo de la biología estructural, Su investigación se centra en la caracterización estructural y funcional de complejos macromoleculares. Ha resuelto estructuras moleculares que se pensaban prácticamente inalcanzables, como la tubulina, el microtúbulo, la maquinaria de iniciación de la transcripción humana, la telomerasa humana y el complejo represivo polycomb 2 humano.
Nogales ha contribuido significativamente a la comprensión de uno de los procesos fundamentales de la vida: la transcripción de genes. Su trabajo ha cambiado nuestra comprensión de los procesos biológicos fundamentales y tiene implicaciones significativas para el tratamiento de enfermedades como el cáncer. Gracias a la investigación de los componentes genéticos que forman parte de la célula, se pueden diagnosticar en algunos casos enfermedades y en otros tratarlas a través del diseño o la mejora de moléculas de fármacos que pueden ser utilizados como terapias.
¿Cómo se relaciona su trabajo con el cáncer?
El trabajo de Eva Nogales tiene implicaciones significativas en el tratamiento del cáncer. Su investigación sobre la proteína tubulina, por ejemplo, ha revelado cómo funciona el fármaco anticáncer taxol1. Los microtúbulos, que son una importante diana contra el cáncer, son una estructura a la que se puede atacar para destruir las células cancerígenas.
Además, Nogales ha estudiado la telomerasa, una enzima que juega un papel crucial en el envejecimiento y el cáncer. En 2016, logró fotografiar la estructura de la telomerasa con una resolución sin precedentes2. Este avance podría ayudar a los científicos a entender mejor cómo se desarrolla el cáncer y a diseñar tratamientos más efectivos.
En resumen, el trabajo de Nogales contribuye a la comprensión de los procesos biológicos fundamentales que están en la base de muchas enfermedades, incluyendo el cáncer. Su investigación podría llevar al diseño de nuevos fármacos y terapias para tratar estas enfermedades.
¿Qué es el premio Shaw?
El Premio Shaw fue creado por Sir Run Run Shaw, un líder en la industria de los medios en Hong Kong, para honrar a "las personas, independientemente de su raza, nacionalidad y creencia religiosa, que han logrado importantes avances en los medios académicos y de investigación científica o aplicación, y cuyo trabajo ha dado lugar a un profundo y positivo impacto en la humanidad".
Este premio se otorga anualmente en las categorías de Astronomía, Ciencias de la Vida y Medicina, y Matemáticas, y cada uno de ellos está dotado con un millón de dólares. Es conocido como el Premio Nobel Oriental.
Esta entrada participa en la convocatoria de @hypatiacafe sobre #PVmujerciencia24
Fuente: Artículo del “El País” La hija del pastor y la bordadora, camino al Nobel: https://elpais.com/ciencia/2023-12-29/la-hija-del-pastor-de-ovejas-y-la-bordadora-en-las-quinielas-para-ganar-el-nobel.html
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