Ir al contenido principal

Efecto mariposa



 Lunes 4 de septiembre del 2005

Sabe que su reloj atrasa, y por miedo a perder el autobús de las seis y cuarto, el que la lleva cada día al otro lado de la ciudad donde trabaja, ha aligerado tanto el paso que ha podido subirse en el anterior. Siempre se sienta en el pasillo y cerca de la salida. Prefiere levantarse para dejar pasar que arriesgarse a quedar encerrada entre la ventana y un pasajero oliendo a sudor.

Hoy alguien se olvidó un libro en el asiento, y busca al posible dueño: una señora muy gruesa vestida con una bata descolorida, un adolescente invadido por el acné y con auriculares empotrados entre retorcidas rastas, y un abuelo con boina y ceño fruncido. No parece que sea de ninguno de ellos. Le da la vuelta y contempla la portada impresa con vivos colores en forma de mariposa. Se pregunta si se lo da al conductor o se lo lleva a Pilar, que va justa de dinero y lee de todo; decide dejarlo caer en el fondo de su gran bolso negro.

 

Martes 5 de septiembre del 2005

Es todavía joven pero pronto dejará de serlo; viste con la sobria elegancia que dan los colores lisos, un fular de color claro, y los zapatos planos siempre limpios; esbelta.

Se dirige al autobús, y como de costumbre, pasa primero por el quiosco con el importe exacto ya preparado.

—Buenos días, Federica —le desea siempre la mujer con una amplia sonrisa.

Ha decidido que va a levantarse un poco antes y cambiar su horario. Le agradó que el diecinueve estuviera casi vacío.

Lleva carreteando el libro desde ayer, y pesa. Lo coge y lee la contraportada. Tiene cuarenta minutos de trayecto; se conoce cada calle, cada edificio, cada recodo, cada mendigo.

El caos —dice despacio y en voz alta, torciendo la boca con la intención de reírse, tal vez de sí misma; pero el resultado es un extraño mohín que al hombre bien vestido que la observa le parece tan desagradable que prefiere desviar su mirada hacia la calle.

 

Martes 19 de septiembre del 2005

Le da apuro que la quiosquera sepa su nombre porque ella, en cambio, no conoce el suyo. Es tan amable y alegre; se propone preguntárselo.

Una vez en el autobús, guarda el periódico y saca el libro. Desliza los dedos despacio por la tapa dura, acariciándolo, mientras se lo acerca a la nariz y lo huele. Ayer le gustó lo leído; no está muy segura de haberlo entendido todo, pero lo que le sugieren las palabras impresas la impulsa a seguir leyendo.

 

Viernes 28 de septiembre del 2005

Por fin le ha preguntado a la mujer del quiosco su nombre.

—María —le dice.

Federica le ha devuelto todas las alegres sonrisas mañaneras en una sola. Y a María le ha sorprendido no haber detectado nunca los dos hoyuelos que se le hunden en las mejillas; Federica es hermosa.

Hoy ocupa “su asiento” un cuarentón atractivo que está leyendo el mismo periódico que compra ella, y le sorprende constatar que no le interesa lo más mínimo lo que en él se dice. Sentada detrás del hombre en el lado del pasillo, siempre en el pasillo, empieza con lo que ya se está convirtiendo en un ritual: acaricia el libro, lo huele y lo abre por donde lo dejó ayer, desdobla la esquina de la hoja y la alisa concienzudamente. Se dice que ha de comprarle a María un punto para el libro, y se dispone a seguir con el siguiente capítulo.

 

Un martes del mes de octubre del 2005

Hoy se ha calzado unas deportivas nuevas que la han rejuvenecido, le ha dicho María. Lo cierto es que estos últimos días se siente más ligera.

Ha soñado despierta muchas veces que se salía de la rutina. Siempre del trabajo a casa, de casa al trabajo, y así cada día desde hace tres largos años; no se ha atrevido a cambiar absolutamente nada. Intentarlo le da vértigo, así que saca el libro del bolso, y se deja llevar por esa lectura que le muestra procesos que ignoraba que existieran.

 

Finales de Noviembre del 2005

Está terminando el libro y siente la angustia del ¿ahora qué? Pero sigue leyendo con avidez. Las ideas y los interrogantes la han sacudido. Se emociona porque vuelve a sentir excitación, no lo hacía desde el accidente. La ha poseído con fuerza un gozo desconocido y teme que no hay ninguna zona de confort a la que poder regresar. Nunca, nada, podrá ser como antes.

 

Primavera del 2009

Hoy tiene una buena noticia que dar a María. Llevan cuatro años de sincera amistad: han compartido sesiones cinéfilas, helados de cucurucho, algún que otro disgusto, y se han reído juntas de la fantasía con la que se recrea a veces Federica, que consiste en localizar al dueño del libro que halló en el diecinueve, y entablar una tórrida relación; se cuestionan, divertidas, el porqué piensan que tenía que ser un hombre el que lo olvidó.

Con esa excusa ha intentado contarle en qué consistía el libro, pero siempre dice lo mismo.

—No me interesa, Federica, no me interesa el caos.

Ella insiste. Le cuenta que cambió su forma de entender el mundo en que viven; que con solo un párrafo se abre el universo entero. Pero siempre recibe la misma respuesta.

—No me interesa.

Se planteó la manera de avivar su curiosidad, el modo de explicarle la agitación que sintió al leer el libro, y cómo le ayudó a perder ese miedo a vivir enquistado desde aquel día que le comunicaron que David había muerto en la carretera que debía traerlo a casa. Sin el libro, no se habría despertado el interés por conocerla a ella… ni a nada. ¿Cómo transformar el vértigo de una nueva idea, una nueva visión, en deleite? Y empezó a leer; a leer y a escribir. Y vuelta a empezar, a escribir y a leer.

Hoy viene a contarle que le publican un pequeño libro que recopila sus cuentos. Y en parte es gracias a ella, a su humanidad, y al libro; así se lo dice, abrazándola con fuerza.

 

Otoño del 2014

El diecinueve la ha llevado todo lo lejos que se atrevió a soñar, se dice, mientras firma el nuevo contrato para su próximo proyecto, y sigue guardando celosamente “su caos” en la memoria y a María en el corazón.
 
 
Un buen libro sobre el caos matemático, aquí. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

La mano de Anna Bertha Roentgen

Cuando Wilhelm me pidió que pusiera la mano bajo la placa, no lo dudé ni un instante. Le había ayudado centenares de veces en sus trabajos de investigación. Compartía con él la idea de que había que experimentar, no solo pensar. Conocía la importancia que su trabajo podía suponer para el futuro de la humanidad. Así que lo hice, sin miedo.       Cuando vi la fotografía de los huesos de mi mano desnudos, descarnados, la imagen de la muerte y de la insignificancia del hombre se me hicieron patentes. Se fijaron en mi mente para siempre. Solo esa amada joya que es mi anillo de compromiso daba sentido a la angustia existencial de la experiencia.        Anna Bertha Roentgen fue la mujer del primer galardonado con el premio Nobel de física en 1901, Wilhelm Conrad Rontgen . E n 1895 produjo radiación electromagnética en las longitudes de onda correspondiente a los actuales rayos X . Ese día, entre los dos, hicieron la primera...

La física, o la fiesta.

 Llegué a casa cansada y con los pies doloridos. No estaba acostumbrada a llevar tacones tan altos, pero la ocasión lo requería. Me senté en el borde de la cama y me saqué los zapatos. Abrí el estuche de terciopelo rojo y contemplé la medalla dorada. En ella, estaba grabado un rostro de ojos rasgados que me sonreía apacible, cercano. Parecía decirme: "Lo conseguiste, lo lograste". Entonces, me dejé llevar por los recuerdos de juventud. En mi época de estudiante de física, la biblioteca de la facultad se convirtió en mi refugio. Al traspasar el dintel de su puerta, me gustaba cerrar los ojos un momento, aspirar profundamente y dejarme envolver por el mágico aroma a papel mezclado con tinta y polvo añejo. Era el aroma del descubrimiento, del conocimiento. Pero no todos los días eran así. Recuerdo una tarde en especial en la que me senté al fondo, lo más lejos posible de la puerta y las ventanas. No muy lejos, se oía el jolgorio de las fiestas de San Isidro. Buscaba la ...

Han nominado este blog para blogger recognition award 2018 :-)

BLOG NOMINADO PARA EL BLOGGER RECOGNITION AWARD 2018 ¿Y qué es? Pues en este blog lo explican muy bien . Las reglas 1. Publicar un agradecimiento al blog que te ha nominado e insertar un enlace a su blog. 2. Escribir un post para dar a conocer el reconocimiento recibido. 3. Contar el nacimiento del blog propio. 4. Dar consejos a los nuevos blogueros. 5. Nominar a 15 blogueros. 6. Comentar en cada blog y hazles saber que los has nombrado y proporcionar el enlace a la publicación que creaste. Mi agradecimiento a @MJoseGomezFdez del blog El Doblao del arte y a @hiperionida del blog Ciencia Intravenosa por esta nominación. Kaladen   nació hace casi tres años por comodidad. Así lo expliqué en mi primera entrada . Me facilitaba la comunicación en una bonita iniciativa de Tertulias literarias de Ciencia que consiste en leer conjuntamente un libro de ciencia y comentarlo entre todos. No Imaginé que el blog me acercaría a personas maravillosas, a las que m...

Un cuento sobre la Luna

Voy a contaros un cuento. Un cuento originario del sur de África perteneciente a la tradición del pueblo san, y que nos cuenta el origen de la Luna. Historia que he interpretado y os relato a mi manera. Erase una vez una hermosa mujer que yacía muerta cerca de la orilla del río Cunene. Era de noche y la Luna acariciaba su infecundo cuerpo con su luz amarillenta protegiéndola de los carroñeros. La luna reflejaba la palidez vítrea de la mujer confiriendo a la escena un extraño significado. Un anciano intensamente conmovido, pensó que había que preservar la belleza del momento. Y que en la otra orilla del río el cadáver estaría protegido por las rocas que estaban cubiertas por el resbaladizo musgo. Así que convocó a los animales del bosque y les preguntó quién de ellos quería encargarse de pasar al otro lado a la Luna y al cuerpo de la mujer, ya que él era demasiado viejo para hacerlo.    La tortuga con la lentitud que la caracterizaba se ofreció a llevar a la...