Voy a contaros un cuento. Un cuento originario del sur de África perteneciente a la tradición del pueblo san, y que nos cuenta el origen de la Luna. Historia que he interpretado y os relato a mi manera.
Erase una vez una hermosa mujer que yacía muerta cerca de la orilla del río Cunene. Era de noche y la Luna acariciaba su infecundo cuerpo con su luz amarillenta protegiéndola de los carroñeros. La luna reflejaba la palidez vítrea de la mujer confiriendo a la escena un extraño significado.
Un anciano intensamente conmovido, pensó que había que preservar la belleza del momento. Y que en la otra orilla del río el cadáver estaría protegido por las rocas que estaban cubiertas por el resbaladizo musgo. Así que convocó a los animales del bosque y les preguntó quién de ellos quería encargarse de pasar al otro lado a la Luna y al cuerpo de la mujer, ya que él era demasiado viejo para hacerlo.
La tortuga con la lentitud que la caracterizaba se ofreció a llevar a la primera. La colocó entre su patas y sincronizó su paso con el movimiento de la Tierra dejando así el reflejo de la Luna en el otro lado.
Viendo que la calmosa tortuga habìa podido con la extraordinaria Luna, la hiena cogió a la muerta con intención de zamparse sus restos una vez cruzada la ribera. Pero no pudo con el peso del cuerpo y se ahogó en las turbulentas aguas del río.
“He aquí por qué la luna reaparece cada día y los muertos no regresan nunca”, nos narra la tradición san.
“He aquí por qué la luna reaparece cada día y los muertos no regresan nunca”, nos narra la tradición san.
”Innumerables son los relatos sobre los principios.
Cada detalle del mundo, si buscamos bien, puede explicarse mediante un cuento, mediante un
suceso que aconteció cierto día y estableció el
orden de las cosas”
Jean-Claude Carrière
Este relato participa en la convocatoria de @divagacionistas del mes de octubre #relatosLuna
Qué bonito. Muchas gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Mati!
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