Esa mañana de noviembre hace más frío que de costumbre. A Dorothy le parece que sus pies se quiebran a cada paso como el hielo que pisa. Miles de alfileres se retuercen en sus articulaciones desde hace tiempo. Sin embargo, ya bajo la majestuosa puerta del museo de Ciencias Naturales de Oxford, saluda al bedel uniformado y entra con paso firme. Lo primero que hace Dorothy al llegar por las mañanas es pasearse por las interminables salas del museo hasta alcanzar el pequeño sótano donde le permitieron instalar el laboratorio. Siempre le invade la emoción al contemplar la elegante arquitectura de la sala principal. Majestuoso espacio diáfano con vidrieras sostenidas por esbeltas columnas de piedra. Un castillo con techos de cristal repleto de esqueletos de seres que desaparecieron hace milenios. Le impresiona el tamaño. Se ríe, a ella le gusta lo pequeño, lo que no podemos ver a simple vista. Lleva años recorriendo el museo y cada cierto tiempo cambia de t
Aprendiendo a narrar historias inspiradas en la ciencia y en sus protagonistas. Adicta a los libros y a los de divulgación en especial. Editora en @hypatiacafe