Cuando supe de esta historia sentí la necesidad de contarla. Cómo un chico de 13 años, llamado Erasto
Mpemba, no se doblegó ante la autoridad imperante en su escuela, ni sucumbió a las burlas de sus compañeros.
Que
tire la primera piedra el que no se haya dejado llevar por la opinión de la
mayoría sobre alguna cuestión. Creemos
que tanta gente no puede estar equivocada, menos aún si es docta en la materia. Simplemente olvidamos el asunto, sin embargo, Erasto no lo hizo.
La
mayoría de nosotros, de niños o de no tan niños, nos hemos divertido fabricando
helados en el congelador de casa con mejunjes de distintos sabores.
Posiblemente, algún mayor nos explicó que hay que dejar enfriar la mezcla antes de
colocarla en el congelador, ya que hace bajar el rendimiento del aparato. Pues
bien, en Tanzania, en 1963, no había neveras en las casas y los chicos usaban
la del colegio para hacer helados de leche hervida con azúcar.
Un
día que se estropeó uno de los congeladores de la escuela, los chicos de
tercero de secundaria de Magamba, hicieron carreras para conseguir espacio para
sus helados en el único refrigerador que funcionaba. Un estudiante vió qué
Erasto estaba hirviendo leche y se apresuró a dejar su mezcla en el congelador
sin hervir. Por su lado Erasto, colocó la suya casi hirviendo. Cuando Erasto
volvió al cabo de hora y media, observó que la suya se había congelado pero la
de su compañero seguía en estado líquido. No tenía sentido, ¿cómo puede ser que
un líquido caliente se enfríe más rápidamente, que uno a temperatura ambiente?
Creyó que tal vez no se habría fijado en el vaso correcto. Volvió a introducir
en el congelador dos vasos, uno con agua caliente y el otro con agua a
temperatura ambiente con los mismos resultados.
—¿Por qué la leche caliente
se congela antes que la fría? —le preguntó al profesor una vez
entró clase.
El
profesor le contestó que eso era imposible. Algo habría hecho mal. Erasto no
insistió, él era el profesor.
En
unas vacaciones, Erasto, mientras disfrutaba de un paseo por uno de los
pequeños y coloridos mercados de Tanga, se encontró con un amigo que se ganaba
el sustento vendiendo helados que se fabricaba él mismo. Se pusieron al día sobre
los chismes de respectivos pueblos y hablaron de lo que hablan los chicos a su
edad mientras lamían un helado de mango.
—
¡Es buenísimo, Malang! — dijo Erasto, relamiéndose el labio superior—, ¿cómo
los haces?, ¿cuál es tu secreto.
—
No hay secreto, solo hay que hervir la leche con el azúcar y añadir la
fruta que se desee. Luego, colocas la mezcla en el refrigerador mientras está
caliente ¡Y ya está!
—¿Por
qué introduces la mezcla en caliente en el refrigerador? —preguntó Erasto muy
atento.
—Para
ir más rápido. Se congela antes.
Al
cabo de un tiempo, Erasto, fue admitido en el Mkwawa High School de Iringa. Un
día, en clase de física, el profesor les explicó la ley de enfriamiento de
Newton, que establece que la tasa de pérdida de calor de un cuerpo es
proporcional a la diferencia de temperatura entre el cuerpo y lo que le
rodea.
Erasto
se levantó como si hubiera estado sentado sobre un gran muelle y levantó la
mano mirando ansioso al profesor.
—Por
favor, señor, ¿cómo es que, al introducir leche caliente y leche fría en un
refrigerador al mismo tiempo, la leche caliente se congela antes?
—Eso
no es posible —dijo el maestro.
—Es
cierto, señor, lo he comprobado yo mismo.
El
docente le dijo que estaba confundido, pero Mpemba siguió argumentando. No solo
lo había visto con sus propios ojos en secundaria, sino que su amigo, el del
mercado, se lo había confirmado.
—Bueno…—
se preparó a contestar el profesor, con una mueca de fastidio ante la
insistencia del alumno —, solo puedo decir…, que este fenómeno es
exclusivo de la física del señorito Erasto Mpemba, y que eso no ocurre en la
física universal —se mofó irritado.
Toda
la clase estalló en carcajadas. Erasto no dijo nada más, pero como a Molière,
le enfureció parecer equivocado cuando sabía que tenía razón.
A
partir de entonces, tanto profesores como alumnos delante cualquier error se
excusaban diciendo que había sido la física de Mpemba, a lo que le seguían
humillantes risitas.
Erasto
ya no pudo dejarlo, tenía que demostrar que tenía razón. Y quería hacerlo bien,
de la manera más científica que conocía. Idearía un experimento que lo
demostrara. Un experimentado para que cualquiera pudiera repetirlo y comprobar
qué era correcto.
Esperó
un día en que el laboratorio estuviera vacío y se hizo acompañar por dos
amigos. Tomó un recipiente y lo llenó de agua caliente de la caldera que marcó
en rojo, y otro en azul con agua a temperatura ambiente. Transcurrida una hora,
el recipiente del agua caliente estaba casi congelado y el del agua fría
ni siquiera presentaba una capa de escarcha.
—¡Anda,
Mpemba, decías la verdad! —dijo uno de los estudiantes sorprendido.
Erasto
les pidió que lo acompañaran al despacho del profesor para explicarle lo que
habían visto, y pedirle que buscara una explicación. Sin embargo, ninguno de
los dos quiso acompañar a Erasto, ni les interesó esclarecer el fenómeno.
Al
cabo de unos meses, el doctor Osborne de la facultad de Dar es Salaam, fue
invitado a la escuela a dar unas conferencias de física permitiéndoles a los
alumnos que hicieran preguntas. Erasto no perdió la oportunidad y preguntó
sobre el fenómeno. Osborne sonrió y le pidió que repitiera la pregunta. Erasto
así lo hizo.
—¿Es
cierto lo que dices, lo has comprobado?
—Sí,
señor. Puedo volver a hacerlo para que lo vea usted.
—Pues
no sé por qué ocurre, pero me comprometo a realizar este experimento cuando
regrese a Dar es Salaam, y tú vuelve a comprobarlo una vez más.
El
profesor Osborne, realmente, no creyó en lo que Erasto le decía, ya que sus
supuestas observaciones contradecían la ley de enfriamiento de Newton aceptada
por todos. Pero, afortunadamente recordó la necesidad de animar a los
estudiantes a desarrollar un pensamiento crítico y a cuestionarse lo que ven.
Osborne
cumplió su palabra y a su regreso a Dar es Salaam le pidió a un técnico que lo
comprobara. El técnico confirmó que efectivamente el agua caliente se congela
más rápidamente. El alumno Erasto Mpemba estaba en lo cierto.
A
partir de entonces programaron otra serie de experimentos para averiguar las
causas de tan excepcional y contraintuitivo, comportamiento del agua. La
denominación de esta singularidad no podía ser otra: Efecto Mpemba.
El
dicho popular que sentencia que la excepción confirma la regla no tiene
lugar en ciencia. La excepción nos está diciendo que la regla es errónea o es
incompleta, como sucede en este caso.
Ya
Aristóteles advirtió del fenómeno, y posiblemente otros también lo observaron,
pero hasta la llegada de Mpemba y Osborne no se oficializó. Ambos publicaron un
artículo conjuntamente en 1969 titulado Un descubrimiento muy cool.
Hoy
Erasto Mpemba está jubilado. No pudo estudiar medicina como era su deseo por
falta de recursos. Obtuvo una beca de estudios relacionados con la vida
salvaje. Cursó estudios en varios países y se convirtió en el Principal Game
Officer del Ministerio de Recursos Naturales y Turismo en la Wildlife Division,
trabajando para la conservación de la fauna salvaje. Mpemba y Osborne siguen en
contacto.
Mpemba observó un hecho
curioso en el proceso de congelación del agua, un proceso que oculta aspectos
sorprendentes de una de las sustancias más anómalas de la naturaleza.
El
agua presenta una estructura que el arte y la arquitectura se han encargado de
imitar. En la década de 1940, Kenneth Snelson (por entonces estudiante de artes
plásticas) desarrolló una escultura que mantenía su equilibrio exclusivamente
mediante la tensión de sus componentes.
La
estructura, a la que bautizó como Simplex, presenta una paradójica forma con el
concurso de dos tipos de elementos que no se tocan entre sí. Las barras en el
interior soportan esfuerzos de compresión, mientras que los hilos de la
periferia están sometidos a tensión. Basada en la repetición longitudinal del
Simplex, Snelson construyó en 1968 la Needle Tower, de 18 metros de altura y
expuesta en el exterior del Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas en
Washington.
El
arquitecto Buckminster Fuller fue sensible a la importancia de este tipo de
estructuras, en cuanto a sus cualidades y sencillez. Decía de ellas
poéticamente que son “islas de compresión en un mar de tensiones”, y pronto
acuñó un nombre para ellas: tensegrity (en castellano, tensegridad), la
contracción de tensile integrity (integridad tensional), que refleja la
característica fundamental de estas estructuras. El empleo de pura tensión para
mantener el equilibrio y la forma.
Imaginemos
ahora que una de estas estructuras es capaz de cambiar ligeramente de forma
variando a voluntad la tensión de sus cables. Esto es lo que le sucede al agua
cuando sufre un cambio de estado entre líquido y sólido. Las barras, los
elementos rígidos, de esta particular tensegridad serían las moléculas de agua,
y los cables responsables de la tensión los constituyen un tipo de enlace
químico llamado puente de hidrógeno.
Las
moléculas crean y destruyen continuamente puentes de hidrógeno. Estos enlaces permiten que un compuesto tan simple como el agua pueda ser líquido a
temperatura ambiente en lugar de un gas.
Cuando la temperatura desciende y el agua se aproxima a su punto de fusión,
nuevos “cables” en forma de puentes de hidrógeno entran en juego y nuevas tensiones entre las moléculas provocan que se
separen más unas de otras. Este efecto disminuye la densidad del agua y
posibilita que el hielo pueda flotar
Este
proceso es el que puede verse facilitado al congelar agua partiendo de agua
caliente, tal y como observó Erasto Mpemba. Entre los factores que pueden
influir estarían:
·
· Convección:
En un recipiente caliente, el líquido circula entre zonas más calientes y zonas
más frías. Esto facilita la transferencia de calor necesaria para la
congelación
·
· Evaporación:
El agua caliente se evapora más, con lo que al final se congela menor cantidad
de agua y, por tanto, lo hace antes.
·
· Gases
disueltos: Su presencia dificulta la congelación y un líquido caliente
tiene menos gases disueltos.
Con este relato participo como #polivulgador para la iniciativa de @hypaticafe
para el mes de septiembre. Tema #PVagua.
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