Ir al contenido principal

Codo con codo

Marie se miró a su esposo desde el dintel de la puerta del laboratorio. Antoine se había dormido sentado sobre la mesa de trabajo. Al oírla levantó la cabeza, ojeroso y despeinado. Llevaba toda la noche montando el artefacto que idearon junto a Pierre
            —Buenos días, querido —dijo. Abrazó a su marido, que permanecía sentado, y besó su coronilla —¿terminaste de montarlo? 
            —Buenos días — dijo entre bostezos. Antoine, alargó los brazos como si deseara tocar el techo mientras rozaba con la punta de los dedos la mejilla de Marie que le sonreía—. Si, está terminado, esperaba a que bajaras para empezar.
            —Tendrías que descansar un poco antes de ponernos a ello.
            Antoine era extremadamente riguroso en su trabajo. Solo ella sabía que a veces, pocas, no controlaba el ansia.
            —No es necesario, ya he dormido suficiente — dijo. Se levantó y se echó hacia atrás arqueando la espalda a la altura de los riñones, que sujetó con las dos manos.
            Marie nunca imaginó que llegaría a amar a ese hombre flacucho y de pies pequeños, con el que su padre la casó a los 13 años para librarla del conde de Amerval, un viejo desaliñado que olía a grasa de cordero. Su padre no cedió ante a las amenazas del conde de expulsarle de su puesto en la Ferme Générale, donde también trabajaba Antoine. 
            —¡Ve!, mientras te aseas un poco, yo terminaré los bocetos del artefacto antes de usarlo —indicando a su marido que saliera del laboratorio — ¡Ah! y tranquilo, sabes que soy minuciosa —le lanzó un guiño.
            —Por eso mismo te quiero tanto — dijo Antoine mientras salía de la habitación.
            Marie comprendía la impaciencia de su marido. Ella misma había tenido una noche inquieta, soñando con mundos nuevos. Se sentía tan excitada que había olvidado atarse las zapatillas qué la hicieron tropezar justo antes de dejarse caer sobre su silla de trabajo. Miró orgullosa el artefacto terminado. Primero de lejos, con perspectiva, tomando medidas. Luego fue grabando cada detalle en sus pupilas y los fue plasmando en los folios uno a uno. Habían ideado un experimento que con seguridad revolucionaria el conocimiento sobre la materia. 
           Cuando volvió Antoine, Marie había terminado el boceto. Y tenía preparados los folios que irían rellenando a medida que el experimento les diera mediciones de volúmenes, temperatura o pesos. Había que medir con rigor y los resultados darían sentido a los cambios observados. 
             —¿Empezamos? —preguntó Antoine encendiendo las brasas.
             — Empecemos —respondió Marie, orgullosa de que su marido la tratase como a un colega cuando trabajaban los dos en el laboratorio.
             En un experimento anterior habían descompuesto el agua en lo que creían eran sus dos componentes principales, pero para confirmar sus sospechas deberían intentar producir el proceso a la inversa: crear agua combinado el aire combustible, el hidrógeno, con el aire vital, el oxígeno. Así que junto a Pierre Laplace diseñaron un artilugio para crear agua.
              El aparato consistía en dos grandes campanas transparentes de cristal. Antoine llenó una con hidrógeno y la otra con oxígeno con mucho tiento. Las campanas se conectaban con dos tubos estrechos que desembocaban en una campana más pequeña en el centro que ardía lentamente, sobre de las brasas que había encendido Antoine. 
              Los Lavoisier se miraron expectantes y luego su atención se enfocó únicamente en el artefacto. Resiguiendo, una y otra vez, el recorrido que tenían que hacer los gases. Los dos, cada uno por su lado, tomaban notas para contrastar luego sus respectivas observaciones. 
             Si alguien se hubiera asomado a la ventana en ese momento hubiera visto a Marie con el camisón y la bata de verano azul recogida en el regazo dejando sus largas piernas a la vista, y descalza. Su gruesa mata de pelo recogida con una cinta azul, y las mejillas rosadas. Sentada, tomando notas poseída. 
             Antoine de pie, con el batín arrugado, las alpargatas viejas, y aunque se había aseado no parecía haberse peinado. El ceño fruncido y la mandíbula prieta. Dando vueltas alrededor de la mesa, abriendo y cerrando clavijas, atizando la brasa y anotando en los folios lo que podrían parecer  jeroglíficos a los neófitos.
             Al cabo de unos minutos, la campana central, en la que habían agregado mercurio para hacer de tapón, empezó a oscurecerse por la presencia de pequeñas gotitas en su superficie. Los dos sonrieron excitados. Las gotas, despacio, se fueron concentrando hasta llenar el recipiente. Estaban obtenido agua a partir de la mezcla de dos elementos.
             — ¡Hemos creado agua de la nada! —gritaron a la vez abrazándose entre infantiles saltitos.
              El agua no era un elemento, sino un compuesto formado por dos principios diferentes y combinados en una proporción que dedujeron aproximada de 85 a 15 de hidrógeno y oxígeno. Por primera vez se empezó a tener claro que las proporciones de aquellas mezclas podía ser la clave para comprender una relación más profunda de los elementos de los que se componía la materia.


Participo con este relato como #polivulgador, en @hypatiacafe de septiembre, con el tema #PVagua. y #PVparejas




Comentarios

Entradas populares de este blog

Sciku. Que es eso?

Sciku. Que es eso ? Empecé este blog, como un juego, bueno de alguna forma lo sigue siendo, ya que me divierto haciéndolo. La palabra “juego” la asociamos a divertimento, pero también a informal, ¡Piiiiiiip! , error! Vuelvo a empezar. Empecé este blog, Kaladen de una manera informal, sin rigor. A medida que voy escribiendo, también lo hace mi interés por él. Me doy cuenta que no se escribir y menos todavía sobre ciencia, en consecuencia, estoy apuntada a un curso de literatura científica creativa ,    a ver si aprendo algo. Hoy he presentado mi primer trabajo que consiste en escribir cinco scikus. Sciku , que es eso? me pregunte, tuve que buscarlo en la red. Resulta que son  poemas cortos inspirados en la ciencia. Es la versión sobre ciencia del Haiku japonés    Es mi primer escarceo con la poesía y he de confesaros, que me la he mirado siempre de manera terriblemente sesgada. Ha sido todo un descubrimiento para mi, he de reconocer, qu...

Kogi, una nueva mirada al pasado.

  Kogi abrió los ojos sin saber quién era ni dónde estaba. Oscuridad, olor a humedad y a algo dulzón. La confusión la atemorizó. Alzó la vista. Solo pudo ver un trozo de cielo azul amenazado por nubarrones.      Recordaba… Había caído por un socavón del terreno que permanecía cubierto por maleza mientras corría detrás del uapití. No era demasiado profundo, así que solo había que trepar unos metros. Al intentar incorporarse la atravesó un dolor que la obligó a doblarse hacia delante.     Cuando llegó al suelo, al caer se había clavado su propio arco en un costado del abdomen. Instintivamente se lo extrajo con rapidez lanzando un grito estremecedor.      Había que taponar la herida. La vendó  con tiras de cuero que fue arrancando de su atuendo.     Contó hasta tres e intentó ponerse de pie. Imposible. Definitivamente era inviable levantarse y trepar.     No muy lejos, se oyeron lo...

Dialogo entre Annie y Charles Darwin

Mi querida Annie Permitid que me presente, me llamo Annie Elizabeth Darwin, la segunda hija de Emma y Charles Darwin. Empiezo mi primer diario hoy 20 de marzo de 1851. El 2 de este mismo mes celebramos mi décimo aniversario con una pequeña fiesta que organizó mi madre. Mi padre me regaló una bonita muñeca que duerme conmigo cada noche. Guardo cama ya que estoy enferma. Este diario se lo dedico a mi padre al que quiero mucho, él también tiene problemas de salud sobre todo cuando trabaja demasiado. Acaba de regresar de Londres donde ha estado unos días por trabajo Me levante de la cama como un rayo, pues a pesar de mi debilidad, me gustaba la primavera. Se presentaba un día de marzo resplandeciente con olor a flores y a tierra removida. Mi padre acostumbra a dar largos paseos y se pierde entre sus plantas, sus bichos y sus pensamientos. Siempre está cavilando, y ese día quise saber en qué y salí a su encuentro.   Me deje llevar por el placer de sentir los primeros ray...

¡Regresa maldito!

A veces el blanco puede ser agresivo para la retina del que mira; ese color que los posee todos; símbolo de pulcritud, de pureza; pero también de dolor, no en vano en algunas culturas es el atuendo de la muerte. Cuerpo enjuto debajo las sabanas; rodillas como montañas puntiagudas de las que resbalan pliegues níveos como en la piedad de Miguel Angel. Hedor agrio. Tubos; cordones umbilicales que salen de la paredes, y que sin su consentimiento lo atan a la vida penetrando por sus orificios. Manos frágiles, solo huesos y piel; dulce piel, cálida piel que me quemó para bien y para mal. Mejillas hundidas en dos huecos profundos y cuarteados. Esa palidez… parece dormir, ¿lo hace? Sus finos labios parecen pergamino, han oscurecido acercándose al morado del penitente que suplica perdón ¿lo pide? Los pulmones manchan el aire con dificultad, sin fuerza para levantar el costillar. Párpados cerrados, como pellejos curtidos. ¿Cerrados? y esa grieta... ¿son pestañas o me mir...