Agosto de 1999. Cuatro profesores de biología se han reunido en una de las aulas de su colegio y se han sentado en los pupitres de sus alumnos. Solo falta una semana para que empiece el nuevo curso lectivo y han de tomar una decisión.
—No
podemos mentirles a los chicos —dice el profesor de mirada intensa protegida por gafas.
—Estoy
de acuerdo, no podemos silenciar los avances de estos años, no sería ético por
nuestra parte como profesores— contesta el más joven de personalidad persuasiva.
—Disculpad,
ya sabéis qué vivo encerrado en mí mundo con mis bichos y no me entero de nada—
Pero ¿qué ha dicho exactamente el Consejo de Educación del Estado? —pregunta el
gordinflón.
—
El consejo de Educación del Estado de Kansas ha confirmado, cito textualmente,
que a partir del curso 2000-2001, los exámenes de ciencias que el estado
realice en secundaria no podrán plantear a los estudiantes preguntas sobre la
teoría de que múltiples especies han evolucionado a partir de un antepasado
común y de que el universo se originó en una explosión, o Big Bang. Por lo qué
se prohíbe impartir clases sobre Darwinismo —responde levantando una ceja el
profesor de gafas.
—
No sé nada sobre el Big Bang, pero sobre evolución sabemos un rato los
biólogos. Y sabemos también qué obviar la evidencia en cualquier disciplina
nunca ha sido buena idea —dice el bajito.
—¡Joder!
Me cuesta tanto creer que a las puertas del siglo XXI aún estemos así, teniendo
otra vez este debate. Los qué encuentran convincente el origen del mundo en la
religión y en su libro fetiche, la biblia, y la ciencia que no necesita de
ningún ser divino para comprender cómo funciona la naturaleza —dice el joven
extrovertido
—Si
solo fuera para reconciliar las dos teorías, pero simplemente, Dios sustituye a
la razón otra vez —protesta el bajito desmoralizado.
—Hace
cuatro siglos que sabemos lo importante que es la experimentación. Y nunca en
estos cuatrocientos años se ha necesitado la hipótesis de una divinidad para
comprender y desentrañar las leyes de la naturaleza que conocemos hasta ahora.
¿Cómo pueden obviar la teoría de la evolución demostrada miles de veces durante
esta última mitad de siglo gracias a la genética? —cuestiona el gafotas.
—¿Pero
qué argumento dan para proponer esta sinrazón? —pregunta el gordinflón mientras
come una galleta qué ha sacado del bolsillo de la americana.
—El
consejo del estado ha calificado la evolución como una teoría rodeada de dudas
—expone el gafotas
—Si este
es su argumento ya podemos preocuparnos, porque otras teorías básicas, como la
de los átomos, la gravedad, el espacio-tiempo y otras muchas serán también
atacadas.
—¡Y
tanto! Si eliminas la evolución porque es una teoría llena de dudas, no puedes
enseñar ciencias, porque en ciencias todo es teoría. No existe la certeza
absoluta, como en la religión, por cierto.
—Tened
en cuenta que también es simple política. Tengo entendido que los miembros que
apoyaron la retirada de la teoría de Darwin lo hicieron para causar un alboroto
a petición de los conservadores del Partido Republicano.
—¡Eso
demuestra que nos están gobernando verdaderos analfabetos!
—¿Qué
podría ocurrirnos a nosotros si desobedecemos?
—
No se sabe, dependerá del juez de turno. A lo mejor, solo sería una multa como
ocurrió con Scopes. Además, creo que no vamos a estar solos, los 304 centros
están teniendo el mismo debate. Y por lo que yo sé la mayoría está dispuesto a
desafiar al Estado desobedeciendo el decreto.
—Por
lo qué veo estamos de acuerdo en seguir con nuestras clases sobre evolución,
¿no?
Los
cuatro asintieron, convencidos de que no podían negar una herramienta como esa
a sus alumnos. Su obligación era proporcionar todos los métodos de
razonamiento.
—Así
qué si os parece, concluimos esta reunión con unanimidad firmando este
documento que ya traigo redactado. Os lo leo: Los alumnos de Biología de esta
escuela recibirán una introducción a Darwin y a la evolución en primavera,
después de haber pasado por los ritos de la biología de secundaria como es la
disección de una rana. Y propondremos la lectura del libro de texto:
"Visualizing Life" que explica que "monos, simios y humanos son
ejemplos de primates" y expone que "los primates evolucionaron muy
probablemente a partir de pequeños mamíferos insectívoros similares a los
roedores que vivieron hace unos 60 millones de años.
Los
cuatro aplaudieron. Se sentían como jóvenes universitarios luchando con pasión
por sus ideales. Y firmaron como profesores de ciencias que eran convencidos de
qué su deber, en ese momento, era desafiar al Estado de Kansas.
El quince de febrero del 2001 se publicó en
los medios de comunicación esta noticia: Los responsables de Educación del Estado
de Kansas (EE UU) aprobaron ayer por siete votos a favor frente a tres en
contra, volver a incluir la teoría de la evolución en los programas de estudio
de sus colegios públicos. Con ello queda anulada la polémica decisión por la
que en agosto de 1999 se dejó de exigir a los alumnos de ciencias el
conocimiento de las tesis de Darwin y se permitía que, en su lugar, estudiasen
la teoría de la creación bíblica.
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Esta vez, la prohibición duró solo un par de
años, pero el hecho de prohibir la enseñanza de la teoría de la evolución en
pleno siglo XXI me pareció suficientemente grave como para escribir este
relato. Además, ya en 1925, en el juicio contra el biólogo John
Thomas Scopes, se falló a favor de la enseñanza del Darwinismo. Juicio
que fue recreado y llevado a la gran pantalla por Stanly Kramer con la
excelente película "La herencia del viento" Una explosiva batalla
judicial que enfrenta al abogado defensor Henry Drummond (Spencer Tracy) y el
líder ultraconservador Matthew Harrison Brady (Fredric March).
El
problema es el de siempre, la necesidad de reconciliar las dos explicaciones
sobre la vida. Por un lado, la teoría darwiniana de la evolución que a través
de la selección natural nos lleva a comprender que el hombre y el mono se
separaron gradualmente a partir de la misma familia hace tres millones de años.
Y luego, está la creencia del diseño inteligente que explica como un ser divino
mueve los hilos de la biología en todo el Universo con una sola finalidad,
nosotros.
La pandemia que sufrimos es un ejemplo de como funciona la evolución. Estamos viendo evolución en tiempo real. En dos años hemos visto aparecer un virus qué antes no conocíamos que está circulando a tasas muy altas entre nosotros. Hay millones y millones de personas en las qué se está replicando y hay billones y billones de copias del virus. En cada replicación tenemos un número de lotería para qué alguna de ellas sobreviva y sea mucho más cruel y mortífera. Al mutar con rapidez, podemos ver como sobreviven varias de estas mutaciones como la delta, que es ahora la variante dominante, o la omicron, pero también muchas otras no han sobrevivido.
Estamos
conviviendo con una pandemia. Una pandemia es un problema de salud planetaria
No sirve pensar que es solo un problema de salud y que podemos librarnos
individualmente. Por muy jóvenes, sanos o fuertes qué nos creamos, no
vamos a estar a salvo hasta que todos estemos a salvo. Todos, absolutamente
todos.
Con esta entrada participo como #polivulgador de @hypatiacafe sobre #PVDesafíos
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