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Tres microrrelatos sobre malentendidos en ciencia.

 


El café del éxito 

Mario iba por la cuarta taza de café. No podía ser sano. Me miró y dijo:

   —He leído un artículo donde se ve que hay una correlación entre beber café y el éxito académico. A cuanto más café más rendimiento.

   Sacó la Tablet y abrió el artículo en donde se apreciaba perfectamente un gráfico en el que ciertamente relacionaba el café y el éxito académico. Me lo envió por WhatsApp.  Yo me callé y olvidé del asunto.

    A los pocos días de terminar las clases y tomar las vacaciones de verano, me llegó la noticia de que Mario se había suicidado. Se decía que no pudo asumir el fracaso de suspender la mayoría de las asignaturas. 

    No podía ser, me dije. Busqué el artículo que me había enviado meses antes, en donde había el gráfico que me enseñó en donde quedaba clara la relación.

    Lo encontré, en él además de relacionar el café con rendimiento también relacionaba el consumo per cápita de pollo y el total de importaciones de petróleo.

    El consumo de margarina por los ciudadanos del país iba ligado al ratio de divorcios de la provincia de Madrid.

    O entre 2000 y 2009 hubo una conexión entre el incremento de consumo de queso per cápita y las muertes por resbalón en la ducha, entre otras muchas correlaciones.

    Descanse en paz.

    

Epílogo: Correlación no implica causalidad. Mario olvidó que porque dos cosas estén relacionadas no quiere decir que una sea la causa de la otra

 

Solo un diez por cien 

Juan siempre estaba ávido de conocimiento. Quería saberlo todo, entenderlo todo, absorberlo todo. 

    Leía entero lo que caía en sus manos, libros, periódicos, revistas, ensayos, pero siempre había algo que desconocía, qué no entendía. 

    Un día, leyó en algún lugar que sólo usamos el diez por cien de nuestro cerebro. Eso le dio una idea, tenía que buscar la forma de usar su otro noventa por ciento ¿Pero cómo? 

    Llegó a la conclusión que la única forma era estudiar más y así lo hizo. Tal era su obsesión que había días que no levantaba la mirada de los documentos y se iba a la cama sin haber comido. —Sólo me alimenta el saber, decía.

    Fue entonces cuando empezó a no dormir y a tener pesadillas. Hasta que llegó el día en que su cuerpo no pudo más y protestó en forma de ictus. 

    El hospital llamó a sus familiares y les comunicó qué el ictus había destruido el noventa por cien del cerebro de Juan, eso lo dejaría postrado en la cama para siempre. 

 

Epílogo: Usamos todo nuestro cerebro. Es solo un mito que usemos el 10%

    

Superhéroes 

En un laboratorio secreto del centro de la ciudad, un grupo de obstinados estudiantes ideó la forma de transformarse en superhéroes. 

    Soñaban con atravesar paredes, poder estar en dos sitios a la vez, hallarse conectados entre ellos a años luz o tener a su disposición todas las posibles opciones con la libertad de decidir. Y todo ello a la vez y en todas partes.

    Tenían la idea de que los hechos son como piezas en un mecano, cuyas interacciones podían no solo entender, sino incluso modificar a su antojo.

    Llegó el gran día y quisieron probar con un precioso ratón blanco. Lo colocaron en su acelerador de partículas y le dieron a la palanca. 

    Ninguno de ellos había leído "Metamorfosis" de Franz Kafka.

 

Epilogo: Aunque todo esté compuesto por partículas con características cuánticas, incluidos los humanos, la compleja interacción que conlleva, hace que nosotros no poseamos las cualidades cuánticas. Somos demasiado grandes, demasiada materia.

La teoría de la decoherencia que goza de amplia aceptación nos dice que cuando el objeto es demasiado grande o interactúa con demasiada materia en el ambiente (aire, líquido, sólido, luz, etc.) deja de ser cuántico.


Con estos microrrrelatos participo como  #polivulgador 

de @hypatiacafe sobre #PVmalentendidos

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