Ir al contenido principal

Tres caras de un icono


Hace muchos años leí un precioso libro escrito por Rosa Montero titulado "La ridícula idea de no volver a verte". Está inspirado en el diario íntimo qué empezó a escribir Marie Curie tras la muerte de su marido, compañero y amante Pierre. En él habla sobre la superación del dolor, de la relación entre mujeres y hombres, del esplendor del sexo, de la muerte y de la vida.

Pierre murió atropellado por un coche de caballos en la calle Dauphine de París en abril de 1906. No recuerdo si avisaron a Marie del accidente y ella se fue para allá o se lo trajeron a casa moribundo. Pero en el capítulo del libro, Rosa Montero describe con su prosa exquisita como el dolor de Marie fue tan inmenso, tan insoportable, que guardó durante años, repito, durante años, el pañuelo que sirvió de vendaje de urgencia. Al pañuelo se habían adherido restos de masa encefálica de Pierre

Ese hecho me pareció tan tremendo de lo bonito y a la vez tan horrible que no he podido olvidarlo.

Una de las caras de Marie parece ser que fue tan apasionada como obsesiva.

 ****

Marie siguió con su vida aferrada a su trabajo y a sus hijas. Cuando Pierre murió Irene tenía nueve años y Éve dos.

Unos años más tarde Marie empezó una relación sentimental con una antiguo alumno de Pierre. Paul Lenguevin, un inteligente y elegante físico más joven qué ella y casado.

En 1911 el comité de los premios Nobel invitó a Marie a Estocolmo a la ceremonia y luego, a la cena con el rey de Suecia como era la costumbre. Estaban a punto de  otorgarle su segundo Nobel, el de química, el primero fue de física en 1903 junto a Pierre y Antoine Henri Becquerel.

Pero tres días antes, la señora Langevin declaró públicamente que su esposo Paul y Marie eran amantes. Y explosionó el escándalo.

Los periódicos y la opinión pública se posicionaron a favor de Jeanne Langevin. A Marie se le adjudicó el papel de insidiosa extranjera judía, aunque no profesara tal religión, entre otras inmundicias.

Varios estamentos le suplicaron que no aceptara el premio. A lo que ella siempre respondía: "El premio me lo dan por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de mi vida privada".

Desafiando a todo pronóstico se presentó para recibir el merecido premio por su impecable trabajo. Nadie se atrevió a decir nada. Marie se sentó junto al rey de Suecia y disfrutó de los once platos que le sirvieron.

Parece que esta cara de Marie predicó el feminismo con el ejemplo sin dejarse intimidar; seducida solo por inteligencia afín a la suya.

****

Y en 1914 llegó la gran guerra y con ella los alemanes avanzando firmes hacia París. Marie decidió que su trabajo no podía acabar en manos del enemigo.

Reunió todo el radio que había recogido, documentos, conclusiones de experimentos, y lo guardó en un contenedor que depositó en una caja de seguridad de un banco en Burdeos. Una vez su trabajo estuvo a buen recaudo empezó a rumiar que podría hacer ella para ayudar. Marie tenía 47 años.

Los rayos X, descubiertos en 1895 por el también premio Nobel Wilhelm Roentgen, son un tipo de radiación electromagnética que permite ver el interior del cuerpo humano. Por ello se empezó a utilizar muy pronto en medicina.

A principios de la guerra los rayos X se habían convertido en valiosas herramientas para orientar los pasos a seguir de los cirujanos, pero sólo se encontraban en los hospitales.

Marie pensó que sería bueno hacer llegar tal tecnología lo más cerca posible del campo de batalla. Su solución fue inventar un “automóvil radiológico”, un vehículo que llevaba una máquina de rayos X en su interior, junto a un equipo de cuarto oscuro fotográfico y una dinamo que proporcionaba la energía necesaria. Esos vehículos se podían conducir hasta los hospitales de campaña en el frente, donde los cirujanos del ejército podían usar rayos X para guiar con más precisión las cirugías que precisaban los heridos, y salvar vidas.

Se necesitaban muchos coches radiológicos, cuantos más mejor. Marie buscó financiación en varias instituciones y pidió a las mujeres parisinas adineradas que donaran algunos de sus vehículos.

A los primeros 20 automóviles que obtuvo los dotó con equipos de rayos X, luego enseñó a 20 mujeres en qué consistía la física de la electricidad y los rayos X, un poco de anatomía y fotografía.

No se dejó amedrentar por su género en un mundo de hombres y al final de la guerra, Marie, con ayuda de su hija Irene, había formado y capacitado a un pequeño ejército de 150 mujeres junto a sus vehículos radiológicos los "pequeños Curie" como se los llamó popularmente. Se calcula que el número de soldados heridos que necesitó de rayos X superó el millón.

Nuestra tercera Marie fue una mujer comprometida con el mundo que le tocó vivir y luchó, con ciencia no con armas, por los derechos de todos nosotros. Además de una excepcional científica fue una gran humanista.

****

Para escribir este post pensé en salir a la calle y preguntar a los transeúntes por mujeres científicas que hubieran aportado avances para el bien común, pero posiblemente, solo se repitiera un nombre:  Marie Curie.

¿Qué mejor icono para representar a la ciencia hecha por mujeres que Marie Curie? Y cuando empecé a documentarme, encontré tanto escrito sobre ella, tantas Maries…Me he centrado solo en tres aspectos de su personalidad que espero despierten, como lo han hecho conmigo, una profunda admiración por esa inteligente y resolutiva mujer.


Discurso de Marie en el nobel de 1911 https://www.ersilias.com/discurso-de-marie-sklodowska-curie-al-recibir-el-premio-nobel-de-quimica-en-1911/

Con este relato participo como  #polivulgador 

de @hypatiacafe sobre #PViconos

Comentarios

  1. Si, siempre se la muestra como una figura monolítica, sacrificada, trabajadora, en su laboratorio...y creo que esa imagen no le hace justicia. Marie tiene muchas facetas.Muy interesante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que te haya parecido interesante. 😊

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Lo que "me gusta" y lo que "no me gusta" de la ciencia

“me gusta” -El método científico, como método. Que puedo decir que no se haya dicho ya. Es el único que nos da cierta veracidad delante cualquier cuestión. El método científico con sus distintas fases de observación, experimentación, formulación, verificación y comunicación es el mejor método que tenemos hasta ahora, para conocer las leyes que rigen la naturaleza que nos envuelve. Si lo usáramos más a menudo en nuestro día a día posiblemente tomaríamos mejores decisiones. Además, preferir la búsqueda de la realidad objetiva a la revelación es otra manera de satisfacer el anhelo de transcendencia, Me gusta el mètodo -La física. Es el origen, todo es física. Todo lo que somos y lo que sabemos es física. Me fascina, sin más. Desde lo más pequeño, mecánica cuántica, lo gigantesco, la cosmología y lo complejo como el cerebro humano. La física une todo el conocimiento. Me gusta hablar de física -El optimismo de la ciencia – La ciencia es futuro y el futuro tiene la opción de me...

Mujer y coja

  Con tan solo veintiún años, Mila ya había endurecido su carácter. Sabía que su pasión y maestría por las matemáticas la aislarían del mundo. Y que durante toda su vida tendría que lidiar con el obstáculo de ser mujer, además de cojear de manera ostensible debido a una artritis congénita.     Su coraje no la protegió de la tribulación del primer día de clase en la Escuela Politécnica de Zúrich, una de las pocas universidades que aceptaban mujeres en la Europa de 1896.      Decidió dar un paseo desde el piso que compartía con otras estudiantes. Mientras se fue acercando, la universidad le pareció cuatro veces más grande que la de su país, Serbia, en donde su padre solo pudo conseguir que la dejarán asistir a las conferencias de física que estaban reservadas únicamente para hombres. La universidad estaba vedada a las mujeres.     Sonrió de placer al pensar que pronto podría acceder a todo el conocimiento albergad...

Cómo eliminar una mancha de pintura azul en el pulgar

Estuvo hasta bien entrada la noche intentando hacer desaparecer de su cuerpo toda la variedad de azules imaginables. No le importaba vivir como un indigente, encerrado durante meses, mientras se abandonaba al proceso de creación. Teñido de pies a cabeza. Sin embargo, para la presentación había que ir atildado. Y la maldita mancha azul intenso se negaba a desaparecer de su pulgar.               A Alfonso le repateaba tener que lidiar con el postureo. Pero sabía que para tener éxito en la industria del arte había que moverse en el mundillo, y eso lo sabía hacer. Se dejaba querer. Llevaba un año trabajando en la nueva colección que había titulado “Respirando en azul”. Estaba satisfecho. Anna, la dueña de una nueva galería, había ido detrás de él durante mucho tiempo. Quería hacer coincidir la presentación de su nueva obra y la inauguración del local. Él accedió a un precio impúdico.       ...

La mano de Anna Bertha Roentgen

Cuando Wilhelm me pidió que pusiera la mano bajo la placa, no lo dudé ni un instante. Le había ayudado centenares de veces en sus trabajos de investigación. Compartía con él la idea de que había que experimentar, no solo pensar. Conocía la importancia que su trabajo podía suponer para el futuro de la humanidad. Así que lo hice, sin miedo.       Cuando vi la fotografía de los huesos de mi mano desnudos, descarnados, la imagen de la muerte y de la insignificancia del hombre se me hicieron patentes. Se fijaron en mi mente para siempre. Solo esa amada joya que es mi anillo de compromiso daba sentido a la angustia existencial de la experiencia.        Anna Bertha Roentgen fue la mujer del primer galardonado con el premio Nobel de física en 1901, Wilhelm Conrad Rontgen . E n 1895 produjo radiación electromagnética en las longitudes de onda correspondiente a los actuales rayos X . Ese día, entre los dos, hicieron la primera...