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El legado

  Es una buena arqueóloga, por lo que no le interesa nada que no se pueda demostrar con pruebas, pero reconoce tener una conexión totalmente irracional con Çatalhöyük. Lo que no podía imaginar es que su pasión por ella la pudiera poner en peligro.     Esa ciudad del Neolítico desafía todo entendimiento. Lo poco que se ha excavado revela una sociedad que en nada seguía las normas que cabría esperar desde la perspectiva del siglo XX.      El trabajo de campo es duro, pero le gusta. Olor a tierra; polvo en las fosas nasales; pestañas teñidas de ocre; estrías en la piel; sudor; dolor de espalda. No obstante, todo merece la pena cuando se encuentra una evidencia, aunque sea minúscula.      Ese día, llevaba demasiado tiempo arrodillada en la tierra, y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Un halo de luz reflejado en el sudor en suspensión sobre sus pestañas le iluminó un pequeño bulto que sobresalía a su derecha. Se secó el sudor de la frente con el antebrazo y se arrastró con

¿Te has preguntado cómo es el día a día de una persona neurodivergente?

  Cuando llevaba cinco años viviendo en la Tierra, empecé a pensar que estaba en el lugar equivocado.  Que me había pasado de parada.     Me sentía como una extraña entre mí propia especie: alguien que entendía las palabras, pero no sabía hablar el idioma; que compartía una misma apariencia con el resto de humanos, pero ninguna de sus características fundamentales.     Me sentaba en una tienda de campaña triangular y multicolor—mí nave espacial— en el jardín de casa, ante un atlas abierto, y me preguntaba qué tendría que hacer para despegar a mí planeta natal.      Y al ver que eso no funcionaba, acudí a una de las pocas personas que pensaba que, tal vez, me entendería.     —Mamá, ¿hay algún manual de instrucciones para humanos?     Me miró perpleja.     —Si, ya sabes…una guía, un libro que explique por qué las personas se comportan como lo hacen.     No estoy segura—descifrar las expresiones faciales no era, no es y nunca ha sido mí fuerte—, pero en aquel

En un rincón del universo, existe un pequeño oasis azul llamado Tierra. Cinco mujeres dedican su vida a proteger la belleza y fragilidad de este planeta.

  Carl Sagan tituló “Un punto azul pálido” a uno de sus imprescindibles libros, en homenaje a la fotografía que hizo la Voyager 1 antes de desaparecer de nuestros radares para siempre.      Ese puntito minúsculo, allí suspendido en la inmensidad del desconocido y silencioso universo, nos estremece alentándonos a filosofar. Nuestro hogar es tan solo una bolita rocosa inundada de agua azul. Insignificante y a la vez misteriosa de la que vale la pena preservar su extraordinaria diversidad todo lo que sea posible, incluido el homo sapiens.     Todos sabemos que, en estos momentos, nuestro planeta y con él nosotros, estamos inmersos en una la triple crisis que a los humanos nos puede costar la vida: el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación y los desechos.     Ante catástrofes medioambientales, errores humanos o peligros inminentes siempre hay personas que dedican su vida a buscar soluciones, y esta vez quiero contaros los proyectos de ci

La física, o la fiesta.

 Llegué a casa cansada y con los pies doloridos. No estaba acostumbrada a llevar tacones tan altos, pero la ocasión lo requería. Me senté en el borde de la cama y me saqué los zapatos. Abrí el estuche de terciopelo rojo y contemplé la medalla dorada. En ella, estaba grabado un rostro de ojos rasgados que me sonreía apacible, cercano. Parecía decirme: "Lo conseguiste, lo lograste". Entonces, me dejé llevar por los recuerdos de juventud. En mi época de estudiante de física, la biblioteca de la facultad se convirtió en mi refugio. Al traspasar el dintel de su puerta, me gustaba cerrar los ojos un momento, aspirar profundamente y dejarme envolver por el mágico aroma a papel mezclado con tinta y polvo añejo. Era el aroma del descubrimiento, del conocimiento. Pero no todos los días eran así. Recuerdo una tarde en especial en la que me senté al fondo, lo más lejos posible de la puerta y las ventanas. No muy lejos, se oía el jolgorio de las fiestas de San Isidro. Buscaba la

¿Qué une la mecánica cuántica con Nãgãrjuna, un filósofo de la India del siglo II?

  Nãgãrjuna escribió un libro cuyo título lleva una palabra India imposible de pronunciar para la mayoría de nosotros:   Mûlamadhyamakakãrikã,  qué se podría traducir como,   Versos sobre los fundamentos del camino medio.  La tesis central del libro es simplemente que no hay cosas que tengan existencia en sí mismas, independientes de cualquier cosa. Nos recuerda la cuántica, ¿verdad?  (ver post anterior)  Es obvio que Nãgãrjuna no sabía y no podía saber nada de mecánica cuántica. Pero, la cuestión aquí es que los filósofos nos ofrecen formas originales de pensar el mundo, y las tenemos a mano para poder usarlas si nos resultan útiles.  El término que usa Nãgãrjuna para describir la falta de existencia independiente es “vaciedad”  (śūnyatã) : las cosas están vacías en el sentido de que no tienen realidad autónoma, existen gracias a, en función de, siempre desde la perspectiva de otra cosa.  ¿Y cuando ves una estrella? ¿Existes? No, tampoco. ¿Quién ve entonces la estrella? Nadie, dice Nã

¿Hay algo más curioso que un gato esté vivo y muerto a la vez? ¿Tú lo entiendes?

  Si hay alguien que nos puede ayudar a entender algún que otro concepto, sobre la escurridiza física cuántica, este es Carlo Rovelli. Carlo es físico teórico, uno de los fundadores de la llamada “gravedad cuántica de bucles” y un virtuoso de las letras. Escribe como los ángeles sobre conceptos físicos complejos. Posee una de esas mentes que enamoran, capaces de combinar lo racional y objetivo con las más profundas emociones humanas.  En este post me he propuesto contarte lo poco que he llegado a comprender sobre uno, solo uno, de los conceptos sobre mecánica cuántica gracias a la magia de Carlo Rovelli. Hablo del extraño concepto del gato de Schrödinger. Que es de los que ha dado más juego a las pseudociencias para afianzarse en la creencia de qué somos capaces de modificar la realidad con tan solo nuestra voluntad. Ya sabéis eso de qué el gato está vivo y muerto a la vez hasta que nosotros abrimos la caja.  Siempre me pareció raro que fuera el observador, o sea nosotros, los que al m