Eres una depredadora, sé que me has localizado con tus grandes ojos
que disponen de una aguda y certera mirada. Fría, distante, esclava de tu
códice interno tanto como yo.
Aun sabiendo el probable desenlace de nuestro encuentro, lo ansío.
Mi naturaleza es implacable y el deseo de acercarme a ti es brutal. Aquí me tienes.
Pero espera un poco. Deja primero que mi insignificante ser conozca el
gozo. Me soltare, pero ahora aguarda un instante y deja que te escriba mi
código en tus entrañas.
Espero seducirte, poseerte sin perder el control, evitando caer atrapado
entre tus garras. Si esperas, nuestra descendencia tendrá más oportunidades
ante cualquier imprevisto.
Luego, harás lo que tu instinto te dicte y probablemente arrancarás de
cuajo mi cabeza, desgarrando así, mi cuerpo mientras me engulles despacio y sin
piedad. Pero tengo la esperanza de que me dejaras vivir, que no vas a
devorarme. Anhelo tanto vivir…
La naturaleza, hoy, me parece cruel porque es probable que me arrebate la
vida, pero no será sin antes satisfacer esa gran pulsión que compartimos todos
Para el
macho de la mantis religiosa, aparearse, implica asumir el riesgo de ser víctima
de canibalismo. Las hembras, que casi les doblan en tamaño, se acercan a los
machos más como posibles bocados que como parejas sexuales. Algunos de ellos ni
siquiera llegan a poder copular, han de intentar consumir el acto sexual sin
ser devorados. Pero otros, son indultados y nuestro pequeño protagonista espera
ser uno de ellos
Poderosa Señora es la Biología ....
ResponderEliminarPoderosa, muy poderosa.... ;)
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