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Un ratón en matrix



Esta es la historia de un ratón. Un ratón pequeño, gris oscuro, bigotudo y rápido como un colibrí. Un ratón de campo de lo más normal. Sin embargo, desde hace unos meses no se comporta como se espera lo haga un ratón.
      Se ha vuelto temerario. Arriesga su vida sin importarle la de sus compañeros. Ya no le quedan amigos, sin embargo, no le pesa la soledad.
      La primera vez que la olió su código interno activó las alarmas, su corazón bombeó con fuerza y corrió a ponerse a salvo.  Ahora, le avergüenza hasta pensarlo, le chifla el olor a orina de gato. 
       En cuanto huele la orina le late el corazón como si estuviera delante una hembra en celo y se le hinchan los testículos, la orina de gato le pone. Ha perdido el miedo y el deseo de placer es tal que lo ahoga la ansiedad.
      No sabe lo que le ha pasado. Lo que sí sabe es que cuando se cruce con un gato no va a huir. Y aunque la razón le diga que si lo hace va a morir, se le acercará sumiso. Hay algo que controla su mente, algo que ha asumido el poder de sus deseos. 

Ese algo es un protozoo unicelular llamado toxoplasma gondii, parecido a una ameba, que se enquista en los cerebros de sus anfitriones, pero se reproduce dentro los intestinos de los felinos. Posee la capacidad de manipular la producción de dopamina de su anfitrión, en nuestro caso, el ratón. El toxoplasma incrementará la segregación de dopamina del ratoncito en el momento de oler la orina de gato.  Este se sentirá atraído y se convertirá en presa fácil para del felino que lo devorará. Y así, el parásito pasará al estómago del gato para terminar practicado sexo en sus intestinos. 
       Se han encontrado quistes de toxoplasma en cerebros de ratones, por supuesto, de monos, murciélagos, ballenas, elefantes, osos hormigueros, perezosos, armadillos, además de gallinas. Lo más espeluznante es que también se ha encontrado en acumuladores de gatos, esas personas que viven rodeados de gatos, y en víctimas que han muerto en accidentes debidos a prácticas de alto riesgo.
      El toxoplasma, no es ya qué pueda manipularnos a nosotros también, es que puede hacer que lo malo nos parezca bueno. ¿dónde deja eso a nuestra ansiada libertad?

Con esta entrada participo como #polivulgador en @hypatiacafe con el tema #PVmicrobios


Comentarios

  1. Hola cristina,
    La verdad es que tener esta toxina pululando no solo crea una vez sabido una preocupación. Ahora, me dejas con algo de impacto. Me ha gustado por el giro que toma la historia y además lo bien escrito.

    Un saludo! soy nueva en tu blog. Te veo desde Twitter.
    Feliz comienzo de semana!

    ResponderEliminar
  2. Hola, Keren
    Si, la verdad es que da un poco de yuyu pensar que un simple bichito pueda obligarte hacer lo que no querrías hacer por nada del mundo. A mi también me impacto saberlo.
    Nos leemos
    Un abrazo y buena semana.

    ResponderEliminar

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